Palacio ducal de Medinaceli

Soria

La Plaza Mayor de la villa de Medinaceli, en la provincia de Soria, primitivo solar de la Casa Ducal y cabecera del estado homónimo, está presidida por este palacio erigido en el primer tercio del siglo XV y profundamente reformado en el primer cuarto de la siguiente centuria por el arquitecto mayor del rey, Juan Gómez de Mora, a quien, en 1623, le encarga la obra, Juan Luis de la Cerda, VII Duque de Medinaceli, en un proyecto que contemplaba también la mencionada plaza y la iglesia colegial de Santa María de la Asunción.

El 11 de febrero de 1622 Francisco del Águila, administrador general de los estados del duque de Medinaceli, compareció ante el corregidor de la villa de Medinaceli, para declarar que «las cassas principales que es el palazio de los señores de esta casa sitas en esta villa estan todas devoradas y en especial la delantera y coredor del patio principal del y bentanaje y los quartos de adentro y todo de forma que amenaza mui gran ruina.» (ADM, Medinaceli, 42,21)

La ruina del palacio antiguo fue la ocasión para el VII Duque de Medinaceli de transformar su fachada, escalera y patio, dándoles su actual fisonomía con unas nuevas trazas que encargó en 1623 a Juan Gómez de Mora, maestro mayor de obras del rey Felipe IV.

El palacio primitivo, denominado “palacios nuevos” en un documento de 1435 (ADM, Medinaceli, 102, 3) debió ser construido por el III conde de Medinaceli en el primer tercio del siglo XV, posiblemente en fechas cercanas al matrimonio de su hijo Gastón de la Cerda con Leonor de la Vega y Mendoza, hija del I marques de Santillana, celebrado en 1433. Estos »palaçios nuevos» sirvieron durante muy poco tiempo de residencia principal de los condes de Medinaceli, pues a finales de 1480 el I duque de Medinaceli construyó un nuevo palacio en Cogolludo que asumió dicha función durante ocho generaciones. El conjunto, con funciones de representación y de administración del estado señorial del que era cabecera, debió experimentar sucesivas reformas a lo largo del siglo XVI. La más importante y la única que podemos datar con cierta precisión es el pasadizo que se construye en tomo a 1556 para comunicar el palacio con la Colegiata, datación que se deduce de la licencia que el provisor de Sigüenza concede para abrir una puerta en el muro de la entonces parroquia —siete años después Colegial— de Santa Maria de la Asunción. Otras reformas se deducen del expediente de obras de 1622 citado al principio, pues, por ejemplo, propone derribar la fachada principal «más que por la poca fortaleza que al presente tiene es porque en la dicha delantera an sido mudadas las bentanas que aora tiene otra vez de las quales se ben las roturas y abiendose de mudar otra vez las ventanas para ponerlas con iguales distancia «

Antonio Juan Luis de la Cerda, VII duque de Medinaceli, era hijo de Juan de la Cerda y Aragón y de Antonia de Toledo Dávila y Colonna. Al morir su padre, apenas unos días después de su nacimiento, y ser todavía su madre menor de edad, quedó bajo la tutela de su abuelo materno, Gonzalo Gómez Dávila, II marqués de Velada, quién por entonces era mayordomo mayor de Felipe III, personaje que ha sido definido como “un noble inclinado a la arquitectura como entretenimiento y como recurso para su proyección política y social”, que fue quien aupó a Francisco de Mora, uno de los máximos representantes de la arquitectura herreriana, al oficio de aposentador de Palacio y maestro mayor de las obras reales, cuya obra maestra es el conjunto palacial que, en su villa de Lerma (1601-1617), patrocinó el célebre valido de Felipe III, tío abuelo paterno del VII duque de Medinaceli. Esta obra y los dos oficios mencionados, los heredó Juan Gómez de Mora a la muerte de su tío Francisco en 1610.

Es en este ambiente, de consideración de la cultura arquitectónica como pieza esencial del aprendizaje aristocrático y de patrocinio regio de obras arquitectónicas, en el que Antonio Juan Luis de la Cerda se educó y, llegado a la edad de 16 años, quiso mostrar las lecciones aprendidas en la reforma de su Palacio de Medinaceli, no con el propósito de mejorar la calidad del mismo como habitación, sino, como declara su administrador de los Estados de Medinaceli, “porque a la grandeza de la casa por ser la cabeza de este estado no conviene venga [el palacio] a tal ruina

Las obras afectaron a todo el palacio, concentrándose la intervención de Gómez de Mora en el patio y especialmente en la fachada, concretamente en el molduraje de cantería de su ventanaje, en la grandiosidad que se perseguía le otorgaran sus altas torres angulares y en el ritmo que le concede la sucesión de macizos y huecos, cadencia reforzada por la alternancia de colores que un documento de 1735 describe como cantería, ladrillo rojo y encajonados de mampostería, dejando claro que el diseño qué Gómez de Mora dibujo y coloreó en las trazas de 1623 —que van firmadas con la siguiente anotación “Como parece se labre la fachada principal de su exª del Sr. duque de Medinaceli en su Villa, en Md a 12 de henº de 1623”—, se respetó escrupulosamente. En las estancias, la intervención fue más limitada, centrándose en la rehabilitación de yeserías, artesonados y alfarjes polícromos.

Plano de la fachada del Palacio Ducal de Medinaceli, Soria. Juan Gómez de Mora. 1623. Archivo Ducal de Medinaceli

Alzado de la fachada del palacio de los duques de Medinaceli en la villa homónima de Soria. Juan Gómez de Mora, 1623

Las obras del palacio formaron parte de un plan conjunto de intervención que incluía la Plaza Mayor de la villa ducal y su entorno y la remodelación de la Iglesia colegial.

Antonio Ponz, en su Viaje de España, cuando llega a Medinaceli dice: “Es señorío del duque de Medinaceli cuyo Palacio es de mejor arquitectura que el que S.E. tiene en esa Corte, aunque pequeño. La puerta y ventanas son de buena forma y proporción. Es fabrica digna de que se conserve y restauren varias partes […] La capilla es espaciosa con un quadro del Greco en el retablo, de extraña composición en qué represento la Oración de Cristo en el Huerto…«

El deterioro, del que ya advertía Antonio Ponz, continuó a lo largo del siglo XIX, aunque a principios del siglo XX, una fotografía de la enciclopedia Espasa demuestra que la fachada se conservaba íntegramente. Durante la Guerra Civil sufrió muchos daños y presumiblemente perdió las dos torres, degradación que continuó posteriormente, de suerte que, cuando la Fundación lo recibió en 1978, se encontraba en un estado bastante ruinoso. Por convenio de 1995 con la Junta de Castilla y León, se cedió la planta baja al ayuntamiento de Medinaceli y se abordaron las obras más urgentes de rehabilitación y consolidación del palacio con financiación conjunta de ambas instituciones. En 2008 el ayuntamiento de Medinaceli firmó un convenio con la Fundación DeArte, institución que desde entonces mantiene en la planta baja una exposición permanente y trata de dinamizar la vida local mediante diversas actividades culturales, para lo que promovió la cubrición del patio con una soberbia cúpula de cristal.