Apuntes visuales del Pazo de Oca
El agua del río Boo fluye entre árboles y rocas por una larga acequia —presa para los gallegos—hasta entrar en el jardín intramuros, por el que circula, siempre civilizadamente encajonada entre piedras que le dan forma y textura, regándolo, articulándolo y dividiéndolo en espacios diferentes, tarea que también cumplen, los muros pétreos y las pantallas de boj, que frecuentemente comparten ornamentación y función, o los setos de camelias, las borduras de azaleas o las alineaciones de tilos. De estas tres texturas, líquida, pétrea y vegetal, recortadas con distintos perfiles geométricos, participan los elementos que dibujan los diferentes espacios del pazo y de sus jardines que mostramos en imágenes.
La plaza de labor
Aunque hoy ha perdido su función primitiva de patio de labor del pazo, conserva extraordinariamente bien los tres tipos de edificación, capilla, palacio y viviendas unifamiliares que, con su diferente escala y posición, escenifican en piedra las relaciones sociales existentes en el siglo XVIII y trasladan al medio rural los modos de vida urbanos con su, entre otras cosas, arquitectura culta y ordenada, transformando al pazo en “foco de civilidad”.
La capilla de San Antonio de Padua
El templo, que preside y cierra la plaza, mediante un viaducto de arcos ciegos que la unen al palacio y a la muralla del jardín, es un edificio barroco que sustituyó a la antigua ermita del siglo XVI. Construido entre 1731 y 1752, tiene planta de cruz griega y está dedicado a San Antonio de Padua quien preside tanto la fachada principal como el retablo del Altar Mayor.
El palacio dieciochesco
La actual fisonomía externa y distribución interna del palacio de Oca es contemporánea de la transformación de sus jardines. A principios del s. XVIII se reedificó la vieja torre medieval y se remodeló la crujía de fachada para construir lo que la arquitectura europea definía como un gran apartamento, con un solo cambio significativo posterior: la transformación de una solana de madera por otra pétrea.
El patio del palacio
En el siglo XVIII —como indican la mano y la leyenda «Prosiga 1746” labradas en el ángulo superior de la inconclusa crujía Norte— se pretendió unificar, como patio cerrado y uniforme en altura, este espacio rodeado de edificaciones de diferentes épocas. La fuente central trilobulada es la única constante que permanece de los diferentes diseños que su ajardinamiento ha tenido.
Invernadero y laberinto
El laberinto vegetal, inspirado en el pavimento de la Catedral de Canterbury, está plantado en paralelo entre un alpendre y un invernadero que, con frente de grandes cristaleras blancas divididas por pilares de granito, es probablemente uno de los más antiguos conservados en España. Por su fragilidad, este espacio solo se puede contemplar desde el patio.
La era y el portal de Cillobre
En 1929 se derribaron parte de las antiguas cuadras que cerraban el patio para abrirlo a la era y crear una nueva perspectiva hacia el Valle del Ulla. En este espacio destacan: el hórreo, con la tipología propia de la comarca del Ulla, el abrevadero-lavadero de piedra labrada y el Portal denominado «de Cillobre« por proceder de una propiedad familiar situada en dicha aldea.
El Jardín de Palacio
Lindero con la fachada del palacio, este jardín articula la comunicación entre el espacio más cerrado del patio y el abierto de las huertas. Aparece dibujado en los primeros planos que se conservan del jardín y dividido, hoy como ayer, en grandes cuadros delimitados por borduras bajas de boj cuyo interior alberga las especies arbóreas de mayor interés botánico por su antigüedad.
Los Estanques
“Dignos —según Otero Pedrayo— de una villa cardenalicia”, los estanques siguen constituyendo el eje central —en línea oblicua que preside la capilla— de los jardines. Fue el VI conde de Amarante quien mandó labrarlos en la década de 1720 con sendas barcas pétreas, una de pesca y otra de guerra, y rodearlos de una plantación de boj, hoy tricentenaria.
La Fuente de la Trucha
El aspecto más sobresaliente de Oca es la magistral conducción del agua, obra hidráulica dieciochesca que, desde su captación en el río Boo, se ajusta a una finalidad doble, lúdica y productiva. Del conjunto de sus fuentes pétreas cabría destacar este ejemplar barroco con elementos neoclásicos, construido en 1776, conocida como Fuente de la Trucha.
Las huertas ornamentales
Oca todavía mantiene el doble carácter de jardín ornamental y de huerta productiva con que nació para servir al ideal dieciochesco de perfecta armonía entre utilidad y belleza. Es por ello que, en su conservación, se pone especial énfasis en cuidar que, junto con ejemplares de gran valor botánico, convivan colecciones de frutales autóctonos o una huerta ornamental.
El Paseo de los Tilos
Mediante una plantación alineada de tilos y cerrada por setos de boj adornados con medias esferas, el jardinero del palacio real, François Viet, acentuó, en la segunda mitad del s. XIX, un camino preexistente que comunicaba los estanques con el bosque extramuros, siguiendo la tendencia del paisajismo de potenciar la integración del jardín en la naturaleza circundante.
El Bosquecillo de Viet
En el interior de un triángulo delimitado por conducciones hidráulicas dieciochescas —de entre las que destacan un acueducto y un lavadero cubierto por un tejado que descansa sobre fustes de piedra achaflanados— se conserva un jardín sinuoso, sombrío y romántico, una de las escasas supervivencias de las reformas que, en el siglo XIX, introdujo el paisajista François Viet.
El arte topiario
Los jardines de Oca hacen un uso intensivo de este arte —que el Renacimiento recuperó de la jardinería romana— consistente en recortar con formas artísticas las plantas. La materia vegetal predominante, pero no exclusiva, es el boj, con el que se ha creado desde un jardín de figuras de la literatura fantástica, hasta portales arquitectónicos o pantallas vegetales que replican muros pétreos almenados.