Jardín Grande
Entre ruptura y mestizaje
A mediados el siglo XVI, después de las reformas introducidas por el I Marqués de Tarifa, la Casa de Pilatos debió parecer un singular híbrido de lo medieval y lo renacentista, de mármoles italianos, de yeserías y carpinterías mudéjares y de novedosas azulejerías que, en sí mismas, son también una fusión de motivos de origen islámico, gótico y renacentista.
Es en la segunda mitad del siglo XVI, bajo la dirección del sobrino y sucesor de don Fadrique, don Per Afan de Ribera, I duque de Alcalá, cuando se producen las reformas más hondas que rompen definitivamente con la arquitectura local, al construir un nuevo palacio en el mayor espacio que quedaba libre del primitivo palacio mudéjar, su huerta y, sin embargo, continuan abundando en el proceso de mestizaje mencionado, en las partes ya edificadas, como se aprecia singularmente en el patio, con la introducción de la serie de bustos en todo su perímetro y las cuatro esculturas colosales en sus ángulos. En la huerta, no habría más construcción que la galería en forma de L, lindera con las estancias que dan al patio y que, en la documentación, aparece denominada como “corredor viejo”.
La obra de Benvenuto Tortello
Durante su larga etapa como Virrey de Nápoles, entre 1558 y 1571, el I Duque de Alcalá desarrolló una pasión por las antigüedades que le impulsó a reunir una importante colección escultórica y alimentó, a su vez, la preocupación por la mejor manera de exponerla, asunto que por entonces era objeto de debate en Italia. De la «cámara de maravillas» que albergaba objetos raros y preciosos muy heterogéneos, se había ido pasando a la diseminación informal de las esculturas por los jardines y, finalmente, a mediados del siglo XVI, se fue afirmando la tendencia a una exhibición ordenada y rigurosa que, al mismo tiempo, integrara la escultura dentro de la arquitectura y del jardín. El virrey optó por esta última forma «moderna» de exhibición para cuya ejecución envió desde Nápoles a un ingeniero, de nombre Benvenuto Tortello, con el encargo de alterar lo menos posible la edificación existente y construir un palacio nuevo, adyacente al antiguo, en torno a la huerta, para transformarla en jardín arqueológico. Para este nuevo palacio, sigue un modelo que había hecho fortuna en las villas suburbanas de la Italia de principios del s. XVI, caracterizado por logias superpuestas que funcionaban como miradores abiertos al paisaje. Este modelo ha de invertirlo para adaptarlo a un palacio urbano, de forma que las loggias las abre en las fachadas interiores quedando éstas enfrentadas y mirando hacia un jardín cerrado. Por otra parte, con el propósito de incorporar todo el conjunto arquitectónico y escultórico dentro del jardín, para formar una sola unidad, proyecta las columnas y los arcos de las loggias en sus muros interiores mediante pilastras y arcos ciegos que, a su vez, enmarcan nichos y hornacinas que acogen las piezas arqueológicas.
El impacto de estas novedades en Sevilla se puede medir por la actividad frenética que Benvenutto Tortello desplegó en la ciudad, en la que alcanzó la maestría mayor de obras y contribuyó a modificar el rumbo de la arquitectura local.