LA PORTADA DE LA SACRISTÍA

Modelo de virtuosismo en el arte del corte de la piedra

Esta “puerta en esquina y rincón”, como la denomina Alonso de Vandelvira, es considerada como un modelo del virtuosismo técnico alcanzado en el renacimiento español por lo que hoy llamamos estereotomía y, en la época, arte del corte de la piedra, o arte de montea, técnica que exigía una sólida formación en geometría y mecánica. En palabras de Fernando Marías, especialista en la arquitectura del Renacimiento español, Vandelvira es un “originalísimo inventor de trazas de montea del que esta puerta es el modelo más excelso, pero de lo que se pueden encontrar numerosos ejemplos por todo el casco histórico de Úbeda y especialmente en la Plaza Vázquez de Molina. [imagen 1]

Fusión del mundo clásico con el del Antiguo Testamento

En esta puerta, como en la Sacristía a la que precede, la figura humana es a un tiempo soporte físico e ideológico de la arquitectura que sustenta [imagen 2]. Así, las cariátides serían representaciones de la religión judía que sustentan, como columnas, el entablamento sobre el que descansa una original representación de la Visión de Augusto divulgada en La Leyenda Dorada. Las cartelas impiden cualquier duda sobre la identidad de los personajes: a la izquierda, el primer emperador de Roma, Cesar Augusto; en el centro, la Virgen de Araceli y, a la derecha, la Sibila Cumana. De acuerdo con La Leyenda Dorada, cuando Augusto, después de someter al mundo, preguntó a la Sibila si habría alguien superior a él, “surgió alrededor del sol una imagen de una virgen hermosísima con un niño en su regazo y una voz que decía: esta es el altar del cielo. Entonces la Sibila comentó: este niño que ves en el regazo de esta doncella tiene más categoría que tú, adóralo”. Esta leyenda tiene su correlato bíblico en la profecía de Isaías. “He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel”. El oráculo clásico y la profecía del Antiguo Testamento anunciarían la venida del Mesías, un nuevo ejemplo de la ambición humanista, de la que participaba el deán Ortega, por fusionar el mundo clásico con el veterotestamentario.

Aunque, como hemos dicho, una inscripción identifica inequivocamente al personaje arrodillado con el primer emperador de Roma, no obstante, sus atributos fijan un paralelismo evidente con Carlos V: la corona imperial; el collar del Toisón de Oro y el manto que le cubre. El nuevo César Carlos, como Octavio Augusto, al que Erasmo consideraba como el más magnifico príncipe que jamás haya gobernado, habría hecho renacer la esperanza de una nueva era de paz, en cuya construcción jugaría un papel relevante Francisco de los Cobos. Abunda en esta interpretación la amplia capa que luce Octavio Augusto, pues la capa de la coronación imperial fue donada por el emperador a Francisco de los Cobos y, según la tradición, se conservó en la Capilla, como capa pluvial, hasta el siglo XIX.

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