El miércoles 15 de enero falleció en Madrid don Antonio Hernández-Gil Álvarez-Cienfuegos quien fue patrono de la Fundación CasaDucal de Medinaceli durante casi dos décadas. Miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, catedrático de derecho civil, socio director del bufete Hernández-Gil, consejero de grandes empresas, son algunas de sus múltiples ocupaciones que incluían un dominio singular de la guitarra clásica, pese a lo cual siempre supo encontrar tiempo, −seguramente por considerarlo infinito, al ser siempre partible en trozos menores, tal como explicó su hija menor en la bella semblanza que, en el funeral, hizo de su padre− para asesorar a la Fundación con cuyos fines se identificó inmediatamente gracias a su sensibilidad y vasta cultura. En su persona se reunían una sólida formación jurídica, humanista y moral, una concepción flexible del derecho como instrumento orientado a resolver conflictos y una empatía natural, rasgos cuya inusual combinación en una misma persona, le permitían hacer una lectura clarividente de la realidad que, sin embargo, lejos de conducirle al escepticismo, lo guiaban hacia soluciones pragmáticas concebidas como pasos hacia un objetivo ideal. Esta forma de enfocar cada problema ha ayudado singularmente a la consolidación del patrimonio histórico de esta Fundación, por lo que será imposible tanto colmar el hueco que deja como borrar su memoria.