Este evangelista es el único de la serie de la que forma parte cuyo evangelio no está representado en el lienzo y, en su lugar, porta un cáliz que evoca un episodio de su vida, procedente de un apócrifo del siglo II conocido como Los Hechos de Juan, según el cual el sumo sacerdote de un templo de Éfeso le invitó a beber una copa envenenada diciéndole que, si lo hacía y no moría, creería en su Dios y cesaría la agitación contra los convertidos al cristianismo. San Juan tomó la copa y, después de invocar a Dios para que extrajera su mortífero veneno, se persignó y la bebió de un trago sin que le hiciera ningún daño. El artista capta el momento en que, apenas concluida la invocación del evangelista, el veneno sale de la copa en forma de dragón.
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