Fue María Luisa Caturla quien, en 1953, en una exposición monográfica sobre Zurbarán en Granada, le atribuyó por primera vez este retrato de un joven aristócrata y lo puso en relación con los marqueses de Malagón, para quienes el pintor había ya decorado el retablo de la capilla de San Pedro de la catedral de Sevilla, patronato de esta casa marquesal por voluntad testamentaria del Cardenal Tavera, quien a su vez la poseía por donación del cabildo hispalense en 1537. La agregación posterior de la casa de Malagón a la de Santisteban y de esta a la Medinaceli, explicarían la presencia del retratado en su coleccióni. En las exposiciones de Londres y París en 1976, Pérez Sánchez lo catalogó como Zurbarán, atribución que no ha sido cuestionada desde entonces, añadiéndose definitivamente al parco catálogo de retratos de personajes no eclesiásticos del maestro de Fuente de Cantos.
Más discutida ha sido la identificación del personaje retratado. Al carecer el cuadro de inscripción y de motivo heráldico que permita singularizarlo y no haber sido, de momento, localizada ninguna referencia documental, los únicos indicios disponibles para identificarlo son la cronología de su ejecución y la vestimenta del personaje.
Para su datación, se ha puesto en relación con el retrato de don Alonso Verdugo de Albornoz, retrato firmado y fechado en 1635, que se conserva en el museo Dahe de Berlín. La posición de ambos retratados y el dibujo de los contornos son semejantes, sin embargo, la paleta de colores es mucho más clara y los efectos de luz menos contrastados, variaciones estilísticas con las que, a finales de los años 40, trataba de adaptarse a los nuevos gustos que imponía la irrupción de Murillo en el mercado sevillano. Estas fechas se adaptarían bien con la vestimenta del personaje que lleva una valona ribeteada característica de la década de 1640.
Esta cronología encaja mal con los datos genealógicos de que disponemos para la casa de Malagón y extraordinariamente bien con la edad que el VII marqués de Cogolludo, nacido en 1637, tendría hacia finales de 1640. El futuro “primer ministro” de Carlos II era hijo del VII duque de Medinaceli y de la marquesa de Alcalá de la Alameda, quien, en 1639, heredaría de su prima la casa de Alcalá de los Gazules. Si así fuera, toda vez que su madre fallece en 1645, Zurbarán estaría pintando al duque de Alcalá, uno de los mas conspicuos títulos de la nobleza sevillana. Sin más datos que estos, Antonio Sanchez González y Enrique Pareja, en el catálogo de la exposición granadina de 1999, lo identifican con demasiada seguridad con este aristócrata, atribución que compartimos a falta de mejor alternativa, pero no conviene obviar la indicación de Alfonso Pérez Sánchez de que el sombrero negro apunta hacia Holanda.