La curación milagrosa de Godofredo de Bouillon

Circa 1690

Sobre el fondo del sitio de Jerusalén, en el que, entre los despojos de la batalla, sobresalen unas torres de asedio que evocan la fiera resistencia de sus defensores, Giordano traduce visualmente, con ajustada literalidad, una de las últimas escenas del canto XI del poema épico Jerusalén Liberada de Torquato Tasso, cuadro que forma parte de la serie de doce que pintó para el virrey de Nápoles, el IX conde de Santisteban, hacia 1690. En ella, el ángel tutelar de Godofredo de Bouillon cura milagrosamente la herida que, en la pierna, le ha provocado la flecha lanzada por la arquera sarracena Clorinda en el momento en que, para poder trepar con mayor agilidad los muros de la Ciudad Santa, intercambiaba su pesado escudo por el más ligero de su escudero.

Deseoso de regresar al combate, Godofredo pide al anciano Erotimo, que conoce el poder de las plantas, que le arranque el hierro hundido en la pierna, pero éste ni con hierbas ni con su experta mano ni con ayuda de instrumentos logra sacar la acerada punta. Es entonces cuando el ángel custodio del general cristiano, apiadado por su cruel dolor, vuela al monte Ida a recoger el díctamo —las hierbas que las cabras de Creta pacen para expulsar los dardos de sus cazadores—, lo mezcla con panacea y agua de la fuente de Lidia e, invisible a los ojos de los mortales, vierte la salutífera poción sobre el baño preparado para lavar la llaga del héroe. En cuanto el anciano Erotimo moja la herida con el milagroso ungüento, el arpón sale por sí mismo, la herida se cierra y el dolor desparece. 

Desde el primer inventario de la colección del IX Conde de Santisteban, este cuadro aparece registrado bajo el título de “Aparición del ángel a Godofredo”, rúbrica en exceso genérica para un poema en el que los ángeles, como los dioses en la épica clásica, están interviniendo constantemente y se presentan en varias ocasiones al líder militar de la primera cruzada. Más sorprendente resulta que en el catálogo de 1877 se haga corresponder esta escena con la estancia 92 del canto XVIII, en la que el arcángel Miguel, con armadura y espada, señala la victoria a Godofredo, mostrándole una milicia celestial que ayuda al ejército cruzado en su ataque final. Por otra parte, las medidas del inventario de 1716, 9,5 por 7,5 palmos, se ajustan mejor al ancho que al alto de este cuadro, lo que podría explicar una noticia de 1921 que advierte que, junto con el de Rinaldo en los jardines del palacio de Armida, sufrió daños en el incendio de 1917 del palacio de los duques de Medinaceli en la plaza de Colón, momento en que pudo ser cortado. Otra explicación plausible es que el tasador, el pintor Antonio Palomino, equivocara las medidas con las de otra curación de la serie, la de Tancredo por Erminia, pues sus 10 por 6 palmos se ajustan perfectamente a las de este lienzo.

TÉCNICA

Óleo

SOPORTE

Lienzo

DIMENSIONES

Alto: 121.00cm; Ancho: 216.00 cm

LOCALIZACIÓN

Casa de Pilatos