En el lado de la epístola del presbiterio se encuentra la estatua orante de Fernando de Acebedo, el prelado que ordenó labrar el conjunto palacial de Hoznayo, del que forma parte la capilla de San Juan Bautista, donde colocó la serie escultórica funeraria que, para ella, encargó al escultor Gabriel de Pinedo.
En el único contrato que de esta serie se conserva, el de 5 de mayo de 1612, se dice que, a su regreso de Plasencia, el escultor soriano Esteban Fernández labraría “dos figuras de bulto que su señoría quiere que se hagan la una de su señoría con vestido ordinario de obispo de roquete y mantelete con su sitial y letrero de letras negras”. Finalmente, Esteban Fernández debió fallecer y no pudo cumplir el encargo, pero sí lo hizo Gabriel de Pinedo, que cobró las cuatro figuras en 1617.
Tampoco va el retratado vestido, como establece el contrato, con roquete y mantelete, pieza esta última con la que se cubren los obispos cuando están en una diócesis que no es la suya, sino con larga capa cuyos pliegues están bellamente labrados. La razón es simple: el contrato lo firmó siendo obispo de Osma y, un año después, fue elevado a la silla metropolitana de Burgos, archidiócesis que incluía la actual diócesis de Santander, por lo que puede aparecer vestido con las prendas que lo identifican como su ordinario. La larga capa, el cuello alto y rígido y las manos enguantadas recuerdan la estatua orante de Cristóbal de Rojas que, en 1608, su sobrino, el I duque de Lerma, valido de Felipe III, había colocado en la Colegiata de San Pedro de Lerma.
Como arzobispo de Burgos, Fernando de Acebedo fue quien, en 1615, ofició el enlace por poderes entre Luis XIII y la infanta Ana de Austria y poco después, contra el criterio de Lerma, del que empezó a distanciarse, se le dio la presidencia de Castilla, cargo del que fue cesado en 1621, compensándole el rey con el Consejo de Estado. Estos datos aparecen en la inscripción repartida en dos lápidas a ambos lados del arcosolio que es, por tanto, posterior a la escultura.
En fotos antiguas aparece el ataúd de madera, colgado en la parte alta del arcosolio, sobre su cabeza, en el que, según la inscripción se guardaban los restos óseos de su padre.