Erminia y los pastores

Circa 1690

El cuadro «Erminia y los pastores» del pintor napolitano Luca Giordano, más conocido en España como Lucas Jordán, procede de la extraordinaria colección de obras de este pintor formada por el (9º) Conde de Santisteban, entre las cuales eran particularmente famosos doce lienzos, éste comprendido, sobre escenas de la Gerusalemme Liberata de Torcuato Tasso (1581), uno de las más populares poemas épicos del tardo Renacimiento y Barroco en toda Europa.

Francisco de Benavides Dávila y Corella, 9º Conde de Santisteban, procedía de una antigua familia distinguida por sus servicios a la Corona, vía que él mismo siguió. Su currículum oficial empezó con la Capitanía General del Reino de Granada (1672-5), seguido por el Virreinato de Cerdeña (1676-8), el Virreinato de Sicilia (1678-87) y culminaría finalmente con el Virreinato de Nápoles (1687-96). En todos estos cargos, Santisteban dejó huella de autoridad y buen gobierno. Sin embargo, nada parece indicar que hubiese sentido en un primer momento particular atracción por las Bellas Artes.

Don Francisco procedía, por otro lado, de una familia más cultivada de lo habitual en la época: su padre, Don Diego de Benavides, fue un notable militar y diplomático – ministro plenipotenciario en la Paz de los Pirineos – y terminó su vida como Virrey de Perú; fue además poeta y un sobresaliente latinista, autor de una antología de poemas y reflexiones morales, titulada Horae Succisivae que sus hijos publicaron póstumamente, pero nada indica tampoco que tuviera interés por el arte. La formación de una importante colección de pintura por Don Francisco de Benavides, como veremos, resultaría inherente a su experiencia italiana y, más específicamente, napolitana.

En efecto, Santisteban llegó a Nápoles en 1687, para sustituir al Virrey Marqués del Carpio quien había fallecido en la ciudad. Carpio, que fue un compulsivo comprador de pintura cuya colección alcanzó reputación europea, había utilizado ya su anterior destino, como embajador en Roma, para incrementar su galería y en los escasos cuatro años que pasó en Nápoles continuó el proceso. Sus dispendios fueron de tal calibre que, a su fallecimiento, los albaceas testamentarios hubieron de organizar subastas de sus obras de arte duraron varios años, a fin de liquidar sus deudas. Dentro de su colección, Lucas Jordán había sido uno de sus pintores favoritos, llegando a poseer 49 de sus obras; ahora sabemos, sin embargo, gracias a las investigaciones de González Asenjo, que este desaforado ritmo de compras obedecía, al menos en parte, al encargo de Carlos II de adquirir hasta 122 pinturas de Giordano.

En cualquier caso, al llegar Santisteban a Nápoles se encontró con la orden de continuar las gestiones para cumplir el encargo del Rey y con una masa de pinturas de la colección Carpio (entre ellas las de Giordano) en proceso de liquidación. En un primer momento, sin embargo, Santisteban, más interesado por la cultura libresca entró en contacto con los círculos literarios de la ciudad, destacando el de Giuseppe Valletta, poseedor de una impresionante biblioteca de 18.000 volúmenes; aquí se reunía una tertulia de intelectuales napolitanos, entre los que destacaban Nicoló Caravito, Giuseppe Lucina o, sobre todo, Gianbattista Vico. Santisteban se unió al grupo formando así el embrión de lo que su sobrino y sucesor, el (9º) Duque de Medinaceli formalizaría después con el título de Academia Palatina.

Pero ese grupo de intelectuales sí era sensible a las Bellas Artes: el propio Valletta poseía una importante colección de antigüedades y pintura y mantenía estrecha amistad con Giordano, al que, como afirma de’ Dominici, asesoraba en abstrusas cuestiones iconográficas. Esta doble exposición del Virrey al mundo de las bellas artes – en contacto con el grupo de intelectuales napolitanos en torno a Valletta, que las defendían desde el punto de vista teórico y espectador de las masivas ventas de la colección del Carpio – le supondrían una auténtica inmersión en el mundo del connoisseurship. El resultado fue una colección de pintura, modesta, en comparación con las gigantescas de Carpio o de su propio sobrino Medinaceli, pero de gran calidad y donde reinaba absolutamente Giordano, hasta el punto que Santisteban dejaría vinculado al mayorazgo no sólo un conjunto de sus cuadros, sino su autorretrato «por ser de hombre tan eminente«. En efecto, de las 121 obras de diversos artistas que aparecen reseñadas en el inventario realizado en 1716 por Antonio Palomino, 62 eran de Giordano, además de un libro con 24 dibujos suyos.

Así como algunas de las pinturas de Giordano debieron ser adquiridas en las ventas de la colección Carpio, sus doce pinturas sobre tema de la Gerusalemme Liberata seguramente fueron un encargo del propio Santisteban, que poseía en su biblioteca no sólo esa obra de Tasso, sino también la menos popular del mismo autor Gerusalemme Conquistata de 1593. Estas doce pinturas, de diferentes formatos para adaptarlas a sobrepuertas, entreventanas, etc., colgaban juntas en el llamado «estrado colorado» del palacio madrileño; allí las vio Antonio Palomino quien las describió elogiosamente, como después harían el Abate Ponz o el Conde de la Viñaza. El cuadro que aquí nos ocupa, «Erminia y los Pastores» sigue casi literalmente las stanze 6 y 7, del Libro VII de la Gerusalemme Liberata, pero Giordano ha interpretado el pasaje de un modo muy original, otorgando a la heroína unos rasgos casi infantiles , lo que da a la escena un aire más cercano a lo rococó que a lo barroco.

Este descubrimiento por parte de Santisteban del arte de la pintura en su virreinato napolitano y la amistad que debió establecerse entre el pintor y el Virrey, duraría hasta la partida del pintor para la Corte en 1692, siendo el Virrey el encargado de ajustar las condiciones de su nuevo cometido en tierras españolas; una carta de Santisteban a su sobrino, el embajador de España en Roma, Duque de Medinaceli, de 13 Noviembre de 1693, nos lo muestra aconsejándole el procedimiento para enviar otros artistas de Roma a España, basándose en su experiencia anterior. Pero, una vez vuelto el Virrey a España en 1696, las amistades debieron reanudarse; así al menos lo sugiere el retrato de familia del mismo, en el que aparece también retratado el propio pintor  y que actualmente se encuentra en la Nacional Gallery de Londres.

Vicente Lleó Cañal, abril 2009

TÉCNICA

Óleo

SOPORTE

Lienzo

DIMENSIONES

Alto: 238.00cm; Ancho: 257.00 cm

LOCALIZACIÓN

Casa de Pilatos