Del conjunto de tablas flamencas que guardaba la Sacra Capilla del Salvador de Úbeda, cinco trípticos y una tabla, únicamente sobrevivió a la Guerra Civil esta última, una pequeña tabla atribuida a Pieter Coecke van Aelst (E. Bermejo Martínez, 1981, nº 214, p. 133) y datada hacia 1530.
En 1531, Francisco de los Cobos, el promotor de la mencionada capilla como panteón familiar, hizo su segundo viaje a Flandes con la corte imperial, cuando, después de su primer viaje a Italia, tenía ya “inoculado el interés por el arte” (M. Falomir Faus, 2013, p. 251), donde, al tiempo que se hizo retratar por Jan Gossaert, pudo adquirir la mencionada colección, actividad que marcaría un cambio de mentalidad respecto de su primer viaje por el Norte de Europa: un mayor interés por la pintura, aunque fuera de temática religiosa, ajustada a las necesidades de la capilla funeraria que proyectaba, y por la autorrepresentación, y no únicamente, como en el primero, en que únicamente tenemos constancia de su interés por objetos meramente devocionales como los bustos relicarios de las de los que se conserva uno. Esta tabla aparece ya mencionada en el primer inventario que se hace a la muerte del secretario imperial en 1547 descrita como “una tabla del crucifixo con nuestra señora y san juan y la magdalena pequeña”.
