El arrastre del toro o Las mulillas

Goya y Lucientes, Francisco de
1793

Este óleo sobre hojalata forma parte de la serie de once pinturas de pequeño formato que, en enero de 1794, Francisco de Goya envió al vice protector de la Real Academia de San Fernando, Bernardo de Iriarte, con una carta en la que justificaba su ejecución con estas palabras: 

«Para ocupar la imaginación mortificada en la consideración de mis males, y para resarcir en parte los grandes dispendios que me ha ocasionado, me dediqué a pintar un juego de cuadros de gabinete, en que he logrado hacer observaciones a que regularmente no dan lugar las obras encargadas, y en que el capricho y la invención no tienen ensanches.»

Declaración de principios artísticos que abría la etapa más original y rica de Goya. Todos eran cuadros sobre hojalata, novedoso soporte que Goya empleó por primera vez, que representaban “varios asuntos de diversiones nacionales”, conjunto que, por cartas ulteriores, sabemos que Goya acrecentó hasta formar una serie de catorce identificada hace años por Xavier de Salas (1968, pp. 1 a16).

De las ocho tauromaquias que componían el conjunto, dos pasaron a la colección de Ceán Bermúdez y seis acabaron integrando, en un momento indeterminado del siglo XIX, la colección que dará nombre a la serie, la de los marqueses de la Torrecilla. Como tal “serie Torrecilla” fue expuesta por primera vez en 1918 en la exposición “El arte en la tauromaquia” y reproducida y publicada en 1923 dentro del catálogo que de las obras de Goya publicó en Múnich August L. Mayer. Dos años después, en 1925, a la muerte del VIII marqués de la Torrecilla, Andrés Avelino de Salabert, la serie se dividió entre sus tres hermanas, correspondiendo a la mayor, Casilda Remigia, por entonces viuda del XVI duque de Medinaceli, los titulados “Suerte de matar” y “Arrastre del toro por las mulillas”. Ambas obras pasaron a su hijo, Luis Jesús Fernández de Córdoba, XVII duque de Medinaceli, en cuya testamentaría volverían a dividirse, correspondiendo el “Arrastre del toro” a su hija primogénita Victoria Eugenia Fernández de Córdoba, fundadora de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, institución que lo adquirió en 2004.

Esta pintura cierra la serie de tauromaquias al representar la última escena de la lidia, en que las mulillas, ricamente ataviadas y adornadas con banderines blancos y rojos, conducidas por los mulilleros, retiran al toro muerto, mientras los toreros comentan la faena y un peón de brega retira la silla de montar de uno de los caballos de picar que yace inerte sobre el ruedo. El bullicio del público, que huye del sol agrupándose en la sombra o abriendo sombrillas, es resuelto con un vibrante cromatismo de pinceladas esquemáticas y certeras. Con similar sobriedad se representa la arquitectura, en la que, no obstante, por numerosos detalles, pintados con sencillez y precisión, se puede distinguir con certeza la plaza de toros de la Misericordia de Zaragoza que Goya conocía perfectamente y que sirvió de escenario para la mayoría de las cinco tauromaquias de la serie Torrecilla que transcurren en el interior de una plaza (A. Ansón, 2014, pp. 123-4 y 201-215).

TÉCNICA

Óleo

SOPORTE

Metal - Hojalata

MATERIA

Metal

DIMENSIONES

Alto: 43.00cm; Ancho: 32.00 cm

LOCALIZACIÓN

Casa de Pilatos