Este retrato de Domingo Gayoso de los Cobos, XI marqués de Camarasa, probablemente fue pintado por Agustín Esteve hacia 1800, con ocasión del matrimonio de su hijo Joaquín con Josefa Manuela Téllez Girón, hija de los duques de Osuna, a quien Esteve, que tenía una relación antigua con esta casa nobiliaria, había retratado, junto al resto de sus hermanos, dos años antes. No obstante, resulta extraño que el recién nombrado pintor de cámara no retratara también al novio, por lo que quizás, pudo el marqués de Camarasa entrar en contacto con el pintor valenciano un poco antes y que la ocasión del retrato fuera su sucesión en el marquesado de Camarasa en 1791, como tal vez pretenda señalar el papel que el retratado sostiene con la mano izquierda.
Nacido como segundón en una casa de la nobleza gallega, la de los condes de Amarante, desde la muerte de su hermano mayor en 1765, fue sucediendo, primero en los títulos gallegos de Amarante, por su padre, y del marquesado de Puebla de Parga, por su madre, pero aún más inesperada sería la sucesión en la casa de Ribadavia en 1776 y en la de Camarasa en 1791, por fallecimiento sin descendencia de dos primos de su madre, en el primer caso, por ser de rigurosa agnación, y de otras tres primas en el segundo. Estas casas tenían estados dispersos por Aragón, Castilla y Andalucía, de forma que Domingo Gayoso se integraba en la más alta aristocracia, pudiendo casar a su primogénito con la hija de los duques de Osuna, que por su unión con la de Benavente, era la casa que, a fines del siglo XVIII, disfrutaba de mayores rentas.
No parece haber intención alguna de idealización en este lienzo, que es el típico retrato cortesano de cuerpo entero de Esteve que, a las formas aprendidas de su maestro, Mengs, y de su amigo, Goya, le une el gusto del pintor por los pequeños detalles que se plasman en el cuidado dibujo de las flores del chaleco o en el de las patas de garra rematadas por cariátides de la consola sobre la que apoya la mano.