Esta arqueta relicario de plata dorada, cristal de roca tallado y madera policromada es una obra italiana, probablemente, según J.M. Cruz Valdovinos (1992, p. 82) un trabajo veneciano que este mismo autor data, por el análisis formal de la crestería y de las columnas de cristal de roca, en la segunda mitad del siglo XV. Probablemente sea la “custodia de cristal” que María de Mendoza, viuda de Francisco de los Cobos, regaló a la capilla panteón y que aparece así descrita en 1664: “una custodia de cristal con su pedrería de cuatro esquinas tumbada guarnecida de una guarniçión de plata sobredorada a manera de cofre” (A. Moreno Mendoza, 2013, p. 187)
De planta rectangular, tiene una estructura arquitectónica, con columnas de cristal de roca tallado y anillas metálicas, colocadas en cada una de sus esquinas, que aparentemente soportan unas torres cilíndricas y metálicas con tejadillo de escamas fingiendo una cubierta de pizarra, enlazadas por una sencilla crestería de motivos vegetales, columnas que descansan sobre basas de madera unidas por un basamento del mismo material que, en negro y oro, simula un almohadillado. La tapa forma una pirámide truncada. En las cuatro caras, tanto en el cuerpo como en la tapa, se abren ventanas de cristal tallado a bisel, enmarcadas por cristales de roca engastados, alternando en forma y color, que dejan ver un relicario que, ligeramente elevado sobre un pequeño pedestal octogonal de plata, tiene idéntica forma a la arqueta que lo guarda y en cuyas ocho caras, abrochados con hilos dorados, se conservan veinticuatro restos de huesos, algunos identificados con leyendas a tinta sobre papel, en las que se puede leer, San Mateo Apóstol, San Egidio, San Gerónimo, San Roque, San Clemente, entre otros.