Este retrato de Antínoo del llamado «tipo principal» puede considerarse una buena y fiel imagen del arquetipo que, para divinizar y rendir culto a este joven de singular belleza, favorito del emperador romano Adriano, fue posiblemente concebido en torno al año 131, poco después de su prematura muerte, ahogado en el río Nilo.
El joven mira ligeramente a la izquierda, aunque no se puede asegurar completamente que la posición de la cabeza sea la correcta, pues el busto está separado de la misma por una gruesa grieta y ambas piezas no coinciden en ningún punto. La mirada ausente y sobre todo melancólica, los rasgos suaves, la nariz recta y el cabello de gruesos rizos son característicos de todos los retratos de Antínoo, cuyo rostro agraciado es universalmente conocido gracias a su representación en múltiples estatuas, medallas, monedas y camafeos creados por la insistencia de Adriano en propagar el culto esteticista a su joven amigo.
La fecha de ejecución cabría situarla en el periodo de máximo desarrollo del culto a Antínoo, entre su muerte, en el verano de 130, y la de su protector, el Emperador Adriano, en 138.