En el último de los inventarios anterior a la dispersión de la colección de los duques de Medinaceli entre los seis hijos del XV duque, realizado en 1877, este lienzo aparece bajo los números 478 o 479, pues formaba pareja con otro del mismo motivo, ambos descritos como “Un niño en una orla de flores”. Un inventario más antiguo, datado en 1756 es algo más preciso: “dos floreros con una orla de flores, y en el centro Atributos de Pasión, de vara escasa en cuadro, y sus Marcos tallados y dorados”.
Ninguno de estos dos inventarios ofrece autoría alguna, pero por su calidad y características estilísticas ha sido atribuido a Mario Nuzzi, pintor que vivió en Roma entre 1603 y 1673, que, por su maestría pintando flores, fue conocido Mario dei Fiori, y que llenó los palacios romanos con sus creaciones florales en un momento en que se extendía el gusto por los bodegones entre las familias patricias de Roma, gusto que llegó a la corona de España, razón por la que este autor está bastante bien representado en el Museo del Prado y que de él se conserven en el monasterio del Escorial cuatro guirnaldas con escenas del Antiguo Testamento, una de ellas, firmada y fechada en 1650.
El origen de esta iconografía, que enmarca motivos de devoción dentro de guirnaldas de flores, es flamenco, pero su difusión en Italia deriva del éxito de la naturaleza muerta en general y de los cuadros con jarrones de flores en particular. En este sentido, Nuzzi recibe una doble herencia: de su padre, floricultor y proveedor de los grandes jardines romanos y de su tío Tommaso Salini, el presumible introductor en Roma del tema del jarrón de flores con grutescos.
Se encuentra en un buen estado de conservación, sin más problema que unos barnices oxidados que amarilleaban la pintura. Una vez levantados, el cuadro ha recuperado el rico cromatismo que concedió el éxito al pintor al que se le atribuye.
Gracias a una fotografía realizada por la Junta Nacional de Incautación durante la Guerra Civil sabemos que, en 1936, pertenecía a los duques de Almazán, por lo que, en la división testamentaria de la colección del XV duque de Medinaceli, integró el lote adjudicado a la segunda de las hijas de dicho matrimonio, María del Dulce Nombre Fernández de Córdoba y Pérez de Barradas, casada desde 1876 con el XVI duque de Híjar, fracción de la colección Medinaceli que se volvió a dividir a su muerte, en 1930, entre los dos hijos que le sobrevivieron: el XVII duque de Híjar y la XI duquesa de Almazán. El primer lote se integró en la colección de su nieta, Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, XVIII duquesa de Alba, casa en la que continúa, mientras que el segundo acabó dispersándose.