Estas cuatro estatuas de mármol blanco representan a cuatro hermanos del linaje trasmerano de Acebedo que vivieron a caballo entre los siglos XVI y XVII y dos de ellos destacaron como prelados al servicio de los reyes, desde el segundo al cuarto Felipe, llegando ambos a la presidencia del consejo de Castilla, lo que hizo exclamar al cronista Matías de Novoa que «no se ha oído de ninguna familia que hubiese madre que diese dos presidentes de Castilla, dignidad tan superior y que después de la persona real ni se reconoce ni hay otra más considerable«.
El menor de ellos, Fernando de Acebedo, por contrato de 5 de mayo de 1612, siendo aún obispo de Osma, concertó con el escultor soriano Gabriel de Pinedo las estatuas orantes de sus hermanos Juan Bautista y Juan. En este contrato se menciona que las estatuas orantes de su otro hermano, Francisco, y la de sí mismo habían sido ya encargadas a otro escultor, también soriano, Esteban Fernández. Un año después, en 1613 —recién nombrado arzobispo de Burgos—, ordenó construir un palacio de fachada clasicista adyacente a la torre que, en Hoznayo, el solar de su linaje, habían erigido sus padres, Juan González de Acebedo y Sancha González Muñoz, conjunto al que posteriormente añadiría una capilla de trazas herrerianas bajo la advocación de San Juan Bautista. (Losada Varea, 2007)
La precedencia de estos contratos de bultos funerarios respecto del de erección de la capilla palacial evidencia el carácter de panteón familiar con que la concibió su promotor, posiblemente inspirándose en el modelo que, pocos años antes, Francisco de Mora había diseñado para el duque de Lerma en el convento de San Pablo de Valladolid, proyecto que también contemplaba sendos arcosolios para los esplendidos bultos orantes fundidos en bronce por Juan de Arfe, según diseño de Pompeo Leoni.
Las estipulaciones principales del contrato eran las siguientes: que el escultor debía sujetarse a unos modelos “de barro que le han de servir de traza” que se le entregarían; que se obligaba a esculpir las cabezas en la villa del Burgo [de Osma], por entonces villa episcopal, evidencia de que el obispo, Fernando de Acebedo, quería controlar de cerca el proceso de los únicos elementos ausentes en los modelos de barro y que, si Esteban Fernández no cumplía con su encargo, habría de asumirlo el propio Pinedo. La carta de pago de 9 de diciembre de 1617, publicada en 1948 por el marqués de Saltillo, manifiesta que así fue, pues se le pagan “los quatro bultos de alabastro que hecho para el entierro de su ylustrisima y sus hermanos” y también las cuatro cajas que ha hecho para su traslado.
Las estatuas están colocadas bajo arcosolios abiertos en los muros laterales de la capilla mayor y del crucero del templo y su composición deriva del modelo que los Leoni habían creado, en El Escorial y en Valladolid, para los reyes y para los duques de Lerma. Conviene recordar que tanto Gabriel de Pinedo como Esteban Fernández habían desarrollado sus carreras como imagineros y arquitectos de retablos en iglesias de Soria y Burgos y que no se les encarga la invención de un diseño, sino, como establece el contrato, la réplica de unos modelos de barro que el Obispo de Osma debió obtener en el círculo de escultores que trabajaban para la corte, donde sin duda tenía poderosos contactos, ya que, por entonces, su ascenso —al igual que el de sus hermanos— se debía a su condición de hechura del duque de Lerma, como —a la caída de éste y de su hijo— le reprochó Quevedo acusándolo de haber traicionado a sus protectores.