El linaje del rey sabio
Del triunfo de la estirpe maldita a la creación del condado de Medinaceli
Con un subtítulo inspirado en un reciente libro de Fernando Arias, titulado The Triumph of an Accursed Lineage, la exposición arranca con el linaje ascendente del rey sabio como una de las claves explicativas de su ambición imperial, de su obra legislativa y de las alianzas que traba con otras casas reales europeas. Prosigue con su descendencia, partiendo de una crisis sucesoria que enfrenta a un padre, el rey Alfonso X, con su segundo hijo, el infante don Sancho, al que maldice públicamente. La entronización de esta estirpe maldita que, contra el testamento del rey, deshereda a la primogénita, abre un largo periodo de inestabilidad que —con el paréntesis del reinado de Alfonso XI que supo restablecer la autoridad monárquica— conducirá, casi un siglo más tarde, a una nueva guerra civil y al asesinato del rey don Pedro a manos de su hermano don Enrique de Trastámara. Es en este contexto, de falta de legitimidad del monarca —y de quiebra del equilibrio en la relación conflictiva entre nobleza y monarquía en beneficio de la primera— en el que se crea el condado de Medinaceli en favor de la persona que representaba la línea primogénita de Alfonso X desheredada en la centuria anterior.
Como epílogo, la exposición evoca la construcción de dos memorias, la de la nueva casa reinante de Trastámara que, en la persona de Juan I busca su legitimidad en los infantes de La Cerda y la de la Casa de Medinaceli, que, desde muy temprano, trasmite visualmente a cada generación, su condición de línea primogénita de los antiguos reyes de Castilla y León.
Índice
Los ancestros y la ambición imperial
Stirpe imperiali tam Romana et Constantinopolitana quam Yspana
«La primera [merced], que nos fizo omne; ca quiso Dios que él fuese nuestro padre e por él viniésemos al mundo. La ssegunda, que nos fizo en noble logar e en mugier de grant linaje, a quien fizo Dios muchas mercedes en que quiso que ffuese buena en todas las bondades que duenna lo deuya sser»
[Alfonso X enumera las mercedes que su padre le había hecho, Ley IV del Setenario]
La conciencia que Alfonso X tenía del alto linaje del que procedía podría ser uno de los hilos explicativos de su reinado, pues sobre él y sobre la elección de la “mayor y más cualificada” parte de electores imperiales fundó su derecho a ser coronado Emperador por el papa, no sólo por mera ostentación, sino por lo que dicha dignidad podría aportar tanto a su proyecto de hegemonía de la corona de Castilla sobre el resto de los reinos peninsulares como al de construcción de un ideal de autoridad regia según el cual los reyes eran vicarios de Dios en su reino como el emperador en su imperio, ideal que bebía de los teóricos imperiales al servicio de los Hohenstaufen. De la asunción por el rey de las prerrogativas imperiales, derivaría el derecho exclusivo de este a legislar, concepción revolucionaria, pues a la función tradicional del rey medieval de aplicador e interpretador del derecho se le agregaría la de crearlo, como él mismo expresa en la Segunda Partida que, por esta y otras razones, además de magna obra legislativa concebida como derecho para un imperio es un excepcional tratado de derecho político.
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Alfonso VIII y la creación de una memoria dinástica
1211, noviembre, 29. Alarcón
Archivo Ducal de Medinaceli, Privilegios Rodados, nº6
Privilegio rodado por el que Alfonso VIII dona al Monasterio de las Huelgas una bodega en Dueñas, un olivar en Talavera y 500 maravedíes de renta sobre las salinas de Atienza
El día en que su hijo y heredero, recién fallecido, hubiera cumplido 23 años, Alfonso VIII y Leonor Plantagenet donaban los bienes que se especifican en el título al monasterio de Santa María la Real de las Huelgas (Burgos). La construcción de este panteón real, fundación de Alfonso VIII desvela su interés por crear una memoria dinástica cuyos símbolos introduce en el más solemne tipo documental que expide su cancillería, el privilegio rodado. La rueda y el sello de plomo pendiente, reflejos de la dignidad real, son innovaciones de su reinado: la cruz como símbolo de Castilla se mantiene en el signo regio, pero en el reverso de su sello emplea por primera vez su emblema parlante, el castillo.
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Paralelismos con el emperador Federico II
1233, junio Catania
Archivo Ducal de Medinaceli, Messina, nº 150
Privilegio del emperador Federico II por el que confirma al monasterio de San Salvador de Messina todos los privilegios que le han concedido sus predecesores.
El reinado del emperador Federico II guarda muchos paralelismos con el de su sobrino, Alfonso X, hijo de su prima hermana, Beatriz de Suabia. Con el fin de recuperar la autoridad monárquica promulgó el Liber Augustalis, compilación legislativa precursora de Las Partidas. Su afirmación del poder imperial frente al papado provocó un choque que condujo a su excomunión y finalmente a su deposición y a la promoción por el papa de tres anti-emperadores. Durante el duro conflicto con la Iglesia encontró apoyo en este rico monasterio mesinense de fundación real, razón última de este privilegio.
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Alfonso X cuida de la memoria de su linaje
1254, diciembre, 17. Burgos
Archivo Ducal de Medinaceli, Privilegios Rodados, nº7
Privilegio de confirmación de Alfonso X de la donación realizada por su bisabuelo Alfonso VIII de la bodega de Dueña y del olivar de Talavera al Monasterio de Santa María de las Huelgas de Burgos.
Alfonso X continuó favoreciendo a este monasterio cisterciense excepcional en muchos sentidos por ser de fundación real, estar sometido directamente a la autoridad del papa y servir de casa madre de todas las abadías femeninas del Cister en Castilla y León. En su altar mayor se armó a sí mismo caballero su padre, Fernando III, a él se retiró su abuela, doña Berenguela para morir y ser enterrada, como también su madre, Beatriz de Suabia. Su hermana Berenguela, uno de los poco miembros de la familia que nunca le abandonó, asumió los poderes temporales de la abadía titulándose “sennora e mayor del monesterio” para velar por el prestigio y la memoria de su linaje.
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Fernando de la Cerda, príncipe heredero
1261, marzo, 31. Sevilla
Archivo Ducal de Medinaceli, Privilegios Rodados, nº9
Alfonso X declara a Santisteban del Puerto villa de realengo y concede ciertas libertades y franquezas a sus pobladores.
Aunque este documento habría que situarlo dentro de la política repobladora, nos interesa destacar que en él ya aparece Fernando de la Cerda como heredero y mayordomo del rey y que, en el espacio reservado a los vasallos inmediatos del rey figuran como confirmantes muchos de los magnates europeos que, personalmente o por procuración, habían prestado homenaje a Alfonso X a cambio de cantidades exorbitantes de plata. Esta política de creación de una corte imperial virtual con el vasallaje de grandes príncipes como el duque de Borgoña o el conde de Flandes, además de condicionar las relaciones internacionales, irritó, por su coste, a la nobleza y a los concejos.
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Alianza entre las casas reales de Castilla y Francia
1267, enero, 10. Viterbo
Archives Nationales (Francia) J 435 Nº5
Bula de Clemente IV otorgando la preceptiva dispensa de consanguinidad.
La abuela de Alfonso X y la madre de Luis IX, más conocido como San Luis, eran hermanas, por lo que el rey de Francia, pese a ser solo siete años mayor que el de Castilla y León, era su tío. Ambas reinas, doña Berenguela y doña Blanca influyeron en su nieto e hijo respectivamente, especialmente en el segundo caso pues la prematura muerte de Luis VIII de Francia dejó la educación del futuro san Luis en manos de su madre y regente, Blanca de Castilla. La estrecha relación entre ambas casas reales explica parcialmente la elección de una hija del rey de Francia como esposa del hijo y heredero del reino de Castilla y León, Fernando de la Cerda.
La alianza entre las casas de Francia y de Castilla se había intentado antes con el compromiso de matrimonio de la hija mayor de Alfonso X, Berenguela, con el primogénito de Luis IX, que preveía la unión de ambas coronas, compromiso quebrado por el fallecimiento del príncipe Luis en 1260.
La importancia que Luis IX y el pontífice concedieron a este matrimonio se refleja en la premura con que el segundo concedió la preceptiva dispensa canónica de consanguinidad e incluso la autorización de celebrar el matrimonio antes de que los contrayentes cumplieran la edad legal de catorce años.
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Matrimonio de Fernando de la Cerda y Blanca de Francia
1269, julio, 13. Toledo
Archives Nationales (Francia) J 599 nº 8 / Facsímil de Ediciones Doce Calles
El infante don Fernando contrae matrimonio por palabras de presente con Blanca de Francia hija del rey San Luis.
La candidatura al imperio del hermano del rey de Inglaterra, Ricardo de Cornualles, acrecentó el interés de una alianza con Francia, deseada desde el principio del reinado. En 1266, en el castillo de Saint Germain-en-Laye, procuradores del infante don Fernando de la Cerda firmaron las capitulaciones matrimoniales con Blanca de Francia, hija de Luis IX. Poco antes de cumplir la mayoría de edad, el 13 de julio de 1269, en una solemne ceremonia en presencia de los reyes y grandes personajes de la Corte; el infante don Fernando tomó por esposa a doña Blanca representada por el canónigo de Reims, Guillaume de Châtellerault, ceremonia de la que su cancillería emitió esta solemne acta.
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Bendición nupcial del matrimonio
Esculturas de Fernando III y Beatriz de Suabia
Puerta negra de la catedral de Burgos
Bendición nupcial del matrimonio de Fernando de la Cerda y Blanca de Francia.
La bendición nupcial del matrimonio se celebró en la catedral de Burgos el 30 de noviembre de 1269, fecha no elegida al azar, pues se cumplían cincuenta años de la boda en la misma catedral de Fernando III y Beatriz de Suabia. No en el mismo edificio, pues sobre la antigua se había construido un flamante templo gótico al que Alfonso X añadió un nuevo claustro concluido en el otoño de 1269, cuyas esculturas principales representarían a aquellos primeros contrayentes presentados a los nuevos como modelo del matrimonio real cristiano. Para comunicarlo con la Iglesia, mandó labrar la que hoy se conoce como Puerta Negra en la que, sobre un telón de fondo heráldico de bajorrelieves de castillos y leones policromados, desarrolla un programa iconográfico en el que la realeza bíblica queda vinculada a los misterios de la encarnación y el bautismo.
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El aprendizaje del príncipe heredero
1273, junio, 26. Córdoba
Archivo Ducal de Medinaceli, Priego 73-1
El infante don Fernando confirma la merced que había hecho a su padre a Martín Sánchez, adalid de Córdoba, del horno de Santaella.
Al infante heredero, para que fuera aprendiendo el correcto ejercicio del poder, se le encomendaban una serie de funciones previas a su ascenso al trono. Después de su boda, como había hecho su padre con él, Alfonso X confió a su hijo, Fernando de la Cerda, el gobierno del reino de León y a partir de 1272 del de Murcia. En la primavera de 1273 fue enviado a Córdoba para que vigilara de cerca la frontera del reino de Granada en donde la alta nobleza sublevada contra su padre se había “desnaturado” y poco después se le encargó encabezar una comisión de negociación con los rebeldes que logró una cierta pacificación. En este contexto se sitúa la expedición por la cancillería del infante de este privilegio de concesión a un adalid cordobés.
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Fallecimiento del príncipe y fracaso en el imperio
Miniatura de la British Library: Muerte de don Fernando de la Cerda
Sepulcro de don Fernando de la Cerda en el Monasterio de las Huelgas (Burgos)
Saya y Pellote de don Fernando de la Cerda
Fallecimiento del príncipe heredero
La pacificación del reino permitió preparar el tan ansiado viaje a Beaucaire para persuadir personalmente a Gregorio X de su superior derecho a la corona imperial. El cuantioso séquito y la larga ausencia obligaron a convocar cortes en Burgos con el doble fin de votar un servicio para sufragar los gastos y nombrar regente al infante don Fernando de la Cerda. Un año después, el sueño se transformó en pesadilla, pues a la rotunda negativa del papa a investirle emperador se sumó la noticia de la muerte de su hijo en Villa Real, el 20 de julio de 1275, a donde se había trasladado días antes para ponerse al frente de las tropas que debían frenar la invasión de los benimerines.
El infante fue sepultado en el monasterio de las Huelgas con su propio traje adornado con reiterativos cuartelados de castillos y leones, al mismo tiempo emblemas del linaje e ideogramas de los reinos, fusión simbólica de linaje y tierra gobernada, motivo que, sin embargo, no se reitera en la policromía de los sepulcros que, al añadir las barras de Aragón de su madre, desvincula al infante de la tierra gobernada, lo que hace pensar que la piedra del sepulcro fue pintada o repintada posteriormente.
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La crisis sucesoria
La sucesión según las partidas
Ca. 1265
Biblioteca Nacional de España VITR/4/6 – Facsímil de Ediciones Doce Calles
Ley II, Título XV, Partida II
Hoy es casi unánime la opinión de que las Partidas estaban plenamente vigentes desde al menos 1265. Por esta razón, la muerte del infante don Fernando de la Cerda planteaba el problema de la existencia de dos derechos, uno el tradicional castellano según el cual la corona correspondía al mayor de los hijos supervivientes del rey y otro, el establecido en la Ley señalada por la manícula, la II, del título XV de la Partida II: “[…] sy el fijo mayor muriese ante que heredase, sy dexase fijo o fija que oviese de muger legitima que aquel o aquella lo oviese e non otro ninguno”. Si se aplicaba el primero, la sucesión correspondía al infante don Sancho, si se empleaba el segundo, al primogénito de su hermano, Alfonso de la Cerda, un niño de pocos años.
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Negociación de paz con Francia
1276, noviembre, 8. Vitoria
Archives Nationales (Francia) J 599 nº11 – Facsímil de Ediciones Doce Calles
Enrique Pérez de Arana, repostero mayor del rey, jura en nombre de Alfonso X que cumplirá las condiciones de paz pactadas con los plenipotenciarios de Felipe III
Felipe III el atrevido, hermano de Blanca, desplegó una doble estrategia para reclamar el derecho a la corona de sus sobrinos: convocar un ejército que amenazara a Castilla y enviar a embajadores al rey sabio. En este documento, el repostero mayor del rey, jura en su nombre, que cumplirá los pactos que él y el obispo de Burgos habían negociado en Vitoria con los plenipotenciarios del rey de Francia. Por ellos, Alfonso X se comprometía entre otras cosas a tratar de que la nobleza revocase el juramento y homenaje prestados a don Sancho y a convocar cortes para dirimir la cuestión sucesoria a las que el rey de Francia podría mandar sus delegados. Ninguno de estos pactos prosperó, pero revelan que Alfonso X a fines de 1276 no consideraba la sucesión como cosa juzgada.
1276, noviembre, 13. Vitoria
Archivo de la Catedral de Toledo, I.10.I.1.81. – Facsímil de Ediciones Doce Calles
Carta secreta de Alfonso X notificando a sus plenipotenciarios en Vitoria la retirada del ejército de Felipe III a Tolosa
A los pactos mencionados anteriormente se había llegado bajo la amenaza de que el gran ejército que, al mando de Roberto de Artois y de Gastón de Bearne, había puesto fin a la guerra civil de Navarra, cumpliera también su segundo objetivo, invadir Castilla. No obstante, los problemas de intendencia derivados de su excesivo tamaño obligaron a Felipe III a disolverlo, noticia que llegó a Alfonso X cuando los negociadores iban al encuentro del rey de Francia para ratificar los pactos. El rey sabio les escribió para comunicarles la noticia y advertirles que, desaparecida la amenaza bélica, era innecesario atenerse a lo acordado, dejándoles hacer “lo que entendiéredes que más será nuestra pro, que assi farién ellos contra nos, si pudiessen”.
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El papa exhorta a la paz
1278, julio, 15. Viterbo
Archives Nationales (Francia) J 600 nº15
La diplomacia pontificia busca la paz: Nicolas III exhorta al rey de Francia a firmar la paz con Alfonso X
La dualidad de derechos sucesorios y la complicada situación política creada hicieron titubear al rey. La mayor parte de la nobleza y de los concejos apoyaban la causa del infante don Sancho, pero Felipe III de Francia, tío de los infantes de la Cerda, y un cambiante grupo de nobles liderados por Juan Núñez de Lara, la de su nieto Alfonso. El estado de guerra latente entre Francia y Castilla duró, al menos, hasta 1282 y si no estalló abiertamente fue porque la intensa actividad diplomática inglesa y pontificia obligó a los reyes a pactar sucesivas treguas. En esta bula, el papa Nicolas III, continuando la labor de su antecesor Juan XXI, exhorta a Felipe III a firmar la paz y le convoca a una entrevista en Toulouse con el rey Alfonso X y la intermediación de un cardenal.
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Prisión de los infantes de la Cerda
Fotografía del Castillo de Játiva
Castillo de Játiva, prisión de estado de los reyes de Aragón que estrenaron los infantes de la Cerda
Los infantes de la Cerda prisioneros en Játiva
Persuadida por su hermano, el rey Pedro III de Aragón, que le ofrecía refugio en su reino, a principios de 1278 la reina doña Violante, acompañada de sus nietos huyó a Aragón. Es difícil de interpretar esta acción de la reina pues, además de provocar una ruptura insalvable con su marido, el resultado objetivo y previsible es que dejó en las manos del rey de Aragón los derechos sucesorios de sus nietos, carta valiosísima en las relaciones políticas de este con los reinos de Francia y de Castilla. A finales de julio de 1279, proclamado heredero su hijo Sancho en las cortes de Segovia de 1278, doña Violante, con la garantía de que sería restituida en el honor y en los bienes de que disfrutaba antes de huir, volvió a Castilla dejando a sus nietos en Aragón prisioneros en el Castillo de Játiva.
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Proclamación de Sancho como heredero
1282, abril, 28.
Archivo Ducal de Medinaceli, Santisteban 1-21
Carta de privilegio del Infante don Sancho confirmando a la villa de Santisteban los privilegios y franquezas que le había otorgado Alfonso X. Sello de Plomo de Sancho IV
Proclamado heredero, don Sancho, comenzó a actuar a espaldas de su padre del que se fue distanciando hasta la ruptura definitiva en la Asamblea de Valladolid de 20 de abril de 1282 que depuso al rey y traspasó todos sus poderes al infante. Inmediatamente su cancillería comenzó a expedir privilegios para ganar adeptos a la causa como en este diploma, redactado pocos días después de la deposición, en el que, como le había prescrito la Asamblea, Sancho evita titularse rey, pero usa todos los símbolos la dignidad regia y da por concluso el reinado de su padre al confirmar a la villa de Santisteban del Puerto las […], costumbres, livertades, e franquecas e previlegios e cartas que obistes en el tiempo del Rey don Alfonso”.
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Rebelión del infante don Sancho y ayuda de Abū Yūsuf
1282, octubre, 24.
Archives Nationales (Francia) AE/III/200 – Facsímil de Ediciones Doce Calles
Carta del emir de los benimerines, Abū Yūsuf, solicitando al rey de Francia, Felipe III, que socorra a Alfonso X en la guerra contra su hijo Sancho
Alfonso privado de la obediencia del reino, de nobles, clero y concejos y abandonado por casi toda su familia, solicitó ayuda a todos los reyes vecinos. Ninguno de los cristianos a los que estaba unido por estrecho parentesco se la ofreció. El auxilio llegó de quien menos cabría esperar, su principal enemigo, aquel que había invadido la península Ibérica en 1275, el sultán de los benimerines, Abū Yūsuf quien en esta carta invita al rey de Francia a unirse a la coalición contra el infante don Sancho. Gracias al oro y a las tropas que envió a la península, la situación de la guerra civil se revirtió hasta el punto de que algunos de sus hijos volvieron a la obediencia paterna y de que todas las crónicas narran el intento de Sancho, obstaculizado por sus partidarios, de avenirse con su padre.
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Desheredación y maldición del infante don Sancho
1282, noviembre, 8. Sevilla
Versión latina del testamento de Alfonso X – Archives Nationales (Francia) J 601 nº 31
Desheredación y maldición del infante don Sancho
E por ende ordenamos […] que el nuestro señorío mayor de todo lo que avemos y aver devemos finque después de nuestros días en nuestros nietos, fijos de don Fernando nuestro fijo, que fue primero heredero, de guisa que el mayor herede este nuestro señorío…
Por cuyos enormes delitos y otros muchos que cometió irreverentemente contra nos, sin temor de Dios ni respeto su padre, que serían muy largos de referir o asentar por escrito, le maldecimos como a merecedor de la maldición paterna, reprobado de Dios y digno de ser aborrecido con justa razón de los hombres y le sujetamos en adelante a la maldición divina y humana y como a hijo rebelde, inobediente y contumaz, ingrato y aún en gratísimo, y degenerado, le desheredamos y privamos de cualquier derecho que haya tenido nuestro reinos, […] para que ni él ni ningún descendiente suyo pueda jamás sucedernos en cosa alguna.
Sentencia pública dictada por Alfonso X en el alcázar de Sevilla el 9 de noviembre de 1282.
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El proceso de consolidación de la dinastía maldita
Alteración del texto de las Partidas
Ca. 1290
Biblioteca Nacional de España Mss/6725 – Facsímil de Ediciones Doce Calles
Ley II, Título XV, Partida II
A la muerte de Alfonso X, el 4 de abril de 1284, se produjo el expolio de la documentación de su cancillería desapareciendo el testamento y el codicilo y cualquier documento que pusiera en duda la legitimada del nuevo rey, Sancho IV quien, pese a las disposiciones testamentarias del rey sabio, había sido reconocido como tal por todos los estamentos del reino. Es en este tiempo cuando los especialistas en la obra legislativa de Alfonso X sitúan la interpolación, destacada en negrita, en el texto de la ley II del título XV de la Partida II que legitima su coronación: “aún mandaron que, si el fijo mayor muriese ante que heredasse si dejase fijo legítimo varón que aquel lo oviese, pero si fincare otro fijo varón del Rey, que aquel lo heredé e non el nieto”.
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Sancho IV firma la paz con Francia
1290, abril, 9. Bayona
Ratificación por Sancho IV del Tratado de Lyon de 1288 – Archives Nationales (Francia) J/ 601 nº 23
Sancho IV firma la paz con Francia
Desde poco antes de la muerte de Alfonso X, Francia estaba más interesada en defender la donación papal de Aragón a Carlos de Valois, hijo de Felipe III, que en reclamar los derechos de los infantes de la Cerda. Sancho IV aprovechó la oportunidad que esta situación le brindaba mandando embajadores a Francia para negociar la paz con el nuevo rey de Francia, Felipe IV el hermoso. El resultado fue la firma del tratado de paz de Lyon de 1288, ratificado en Bayona en 1290, cuyas cláusulas relativas a los infantes de la Cerda pronto se convertirían en letra muerta, pero que dejaban muy claro que el rey de Francia estaba dispuesto a desentenderse de la defensa de los derechos de los infantes de la Cerda.
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Blanca de Francia intenta recuperar a sus hijos
1285, enero, 30. Roda
Archivo de la Corona de Aragón, cancillería reg. N 47 fol. 132 y 33 LVI – Facsímil de Ediciones Doce Calles
Minuta de la Carta de Pedro III a Blanca de Francia en el registro de su cancillería
Blanca de Francia, viuda y despojada de sus hijos, no tuvo otra alternativa que buscar refugio en la corte de su hermano Felipe III el atrevido. Desde allí y con su ayuda y la del papa, trataría, sin ningún éxito, de recuperar a sus hijos o, al menos, de comunicar con ellos. En los registros de la cancillería de la Corona de Aragón se conservan cuatro cartas de Pedro III fechadas entre noviembre de 1278 y enero de 1285 que dan una dimensión del cinismo con que abordó este asunto. En esta última, dirigida en latín a doña Blanca, le anuncia que le devolvía al nuncio que había enviado con cartas para sus hijos y le informa que estará encantado de hacerles llegar las cartas de su madre, pero pasando previamente por sus manos.
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Blanca de Francia trasmisora de la cultura alfonsina
Bibliothèque nationale de France. Bibliothèque de l’Arsenal, Ms. 3142 – Facsímil de Ediciones Doce Calles
Adenet le Roi « Li roumans de Cleomades » en « Recueil d´anciennes poésies françaises », folio 1r
Un encargo regio a un poeta brabanzón nos ha dejado un testimonio de transferencia cultural entre las cortes de Alfonso X y la de Felipe III. En la iluminación inicial de este romance de Cleomades, Blanca de Francia aparece revestida con los emblemas de Castilla y León y representada con un gesto que denota que está haciendo uso de la palabra, contando a su cuñada, la reina María de Brabante, el cuento del Caballo de ébano, que habría escuchado a algún trovador de la corte alfonsina de Sevilla o Toledo, primera introducción en Francia de una de las narraciones que integrarían los Cuentos de las mil y una noches. La corona que luce permite fecharlo hacia 1284.
Bibliothèque nationale de France, mss Français 1589 – Facsímil de Ediciones Doce Calles
Girard d´Amiens, Meliacin ou le cheval de fust, f. 1
Los ilustradores de este romance titulado Méliacin ou le cheval de fust también dedicaron la iluminación preliminar a las comitentes de la obra, María de Brabante y Blanca de Francia, y su autor, Girard d’Amiens, identifica a esta última como la fuente del relato, convirtiéndola en puente de una transferencia cultural entre Oriente y Occidente de la que la corte alfonsina sería un paso obligado. En esta ocasión, Blanca está representada sin corona consolando, junto a otros parientes, a su sobrino Felipe IV cuyo padre acababa de fallecer en Perpiñán, dato que permite fecharlo poco después de 1285.
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Guerra entre Castilla y Aragón
1297, junio, 1. Lérida
Minuta de la carta de Jaime II al rey de Granada por la que le recuerda el “grant dreyto que don Alfonso Rey de Castiella a en los Regnos de Castiella” y le solicita “como a rey qui ama dreyto, é razón de ayudar a todo rey, qui sia perdidoso, é desheredado” que le ayude – Archivo de la Corona de Aragón, cancillería reg. 252 fol. 62 vº / Facsimil
La respuesta del rey de Aragón, Alfonso III el liberal, a la paz que Sancho IV había firmado con Francia fue liberar a los infantes de la Cerda y conducirlos a Jaca, en donde, en presencia de Gastón de Bearne, Diego López de Haro y otros nobles castellanos, proclamó al primogénito, Alfonso, rey de Castilla. Este acto condujo a una guerra abierta entre Castilla y Aragón. El fallecimiento de Sancho IV, dejando como sucesor a un niño fruto de su matrimonio con María de Molina que la iglesia consideraba bígamo e incestuoso, avivó también el fuego de la guerra civil, mitigándolo Bonifacio VIII al legitimar a Fernando IV el 6 de septiembre de 1301.
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Apoyo de la Casa de Lara a los infantes de La Cerda
1298, abril, 7. Valencia
Archivo Ducal de Medinaceli, Archivo Histórico 185-2
Juan Nuñez de Lara (II) ante los magnates del reino de Aragón hace «homenatge de manos e de boca» y juramento de ayudar a los reyes de Aragón, Jaime II, y de Castilla, Alfonso [de la Cerda], contra los hijos del «noble don Sanxo que se dizia Rey de Castilla»
El padre de este Juan Núñez de Lara, de idéntico nombre, fue la persona a la que don Fernando de la Cerda, en su lecho de muerte, confió la defensa de los derechos sucesorios de sus hijos, razón por la que, a la muerte de Alfonso X, se puso al servicio de Felipe III de Francia. Combatiendo a Sancho IV perdió el señorío de Albarracín en 1284 y, desde entonces, la recuperación de este estratégico estado, a caballo entre Aragón y Castilla, va a ser el eje que marque las volubles alianzas de este linaje con uno u otro rey. Su hermana, doña Juana Núñez de Lara, conocida como la Palomilla, casó con don Fernando de la Cerda.
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Alfonso de la Cerda dona al rey de Aragón la villa de Ágreda y su tierra
1298, mayo, 3. Serón
Archivo Ducal de Medinaceli, Medinaceli 65-1
Don Alfonso [de la Cerda], rey de Castilla, dona al rey de Aragón la villa de Ágreda y su tierra
Antes incluso del fallecimiento de Alfonso X, los reyes de Portugal y de Aragón, aprovecharon el conflicto sucesorio para obtener ventajas territoriales a costa del de Castilla. La liberación de los infantes de la Cerda está vinculada a la paz con Francia por la que Sancho IV aceptaba la creación para ellos de un reino de Murcia y Ciudad Real independiente, acuerdo que dañaba el interés de Aragón de extenderse por el primero para reforzar su expansión mediterránea. En este documento, Alfonso, titulándose rey de Castilla, dona a Jaime II la villa de Ágreda y su tierra que comprendía varios castillos fronterizos con el reino de Aragón.
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Sentencia arbitral de Torrellas
1304, agosto, 8. Torrellas [1311, agosto. Pamplona. Traslado]
Archivo Ducal de Medinaceli, Archivo Histórico 185-13
Sentencia dada por los reyes de Aragón y de Portugal jueces árbitros entre don Fernando rey de Castilla y son Alfonso [de la Cerda]
La legitimación pontificia del nacimiento de Fernando IV en 1301 y el desinterés del rey de Francia, debilitaron mucho la causa de Alfonso de la Cerda obligándole a aceptar que dos árbitros nombrados por las partes dirimieran la cuestión sucesoria, nombrando él al rey de Aragón y Fernando IV al de Portugal. Ambos dictaron un laudo conocido como sentencia arbitral de Torrellas que obligaba a Alfonso de la Cerda a dejar de usar la voz de rey y sus armas “derechas” y en compensación recibiría un amplio conjunto de señoríos disperso por Castilla, León y Andalucía. En la misma sentencia se acordó el reparto del reino de Murcia entre Castilla y Aragón fijando en el río Segura la frontera.
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El debilitamiento de la autoridad real
Mero e misto imperio
1306, agosto, 2. Carrión
Archivo Ducal de Medinaceli, Archivo Histórico 185-22
Martín Ruiz de Hoces requiere a Fernando IV que sus oficiales no despachen cartas contra Monforte ni las demás villas y vasallos de don Alfonso
Los señoríos de la sentencia se concedieron “con toda jurisdicción mero e misto imperio exentos e quitos de […] servidumbre e sennorio también de apelación […] del dicho rey don Fernando”. Es la primera vez que en Castilla se utiliza esta fórmula concesionaria, el “mero e misto imperio”, que al conceder la plenitud de la jurisdicción, creaba una demarcación autónoma del Estado. Es esto lo que le recuerda el mayordomo de Alfonso de la Cerda al rey Fernando IV “non podedes conoscer ni judgar sobre el dicho mio señor nin sobre aquel lugar de Monfort nin sobre los otros lugares”.
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La resistencia de los concejos
1306, diciembre, 18. Benavente
Archivo Ducal de Medinaceli, Puerto de Santa María, 1-3
Fernando IV manda al concejo de Gibraleón que admita como su señor natural a don Alfonso de la Cerda
Este señorío estaba en la nómina de los que los reyes árbitros concedieron a don Alfonso de la Cerda en Torrellas y aportaba 20.000 ms anuales de la “cuantía de heredat” de 400.000 que aquellos fijaron. Sin embargo, Fernando IV tardó más de dos años en formalizar la concesión, sin duda por la resistencia del concejo a pasar a la jurisdicción señorial, como muestra este mandato del rey en que explica al concejo que de nada valían los privilegios que le habían mostrado de “los reyes onde yo vengo e de mí”, y le ordena que “recibades a don Alfonso por señor” y que entregue al procurador del rey de Aragón la villa y su alcázar.
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Alfonso de la Cerda, «rey» en su señorío
1315, febrero, 20. Gibraleón
Archivo Ducal de Medinaceli, Puerto de Santa María, 1-4
Carta de merced por la que Alfonso de la Cerda concede al concejo de Gibraleón franquicias y exenciones y confirma las ya existentes
Con la intención de atraer pobladores, don Alfonso de la Cerda, por esta carta de merced, renunció a alguno de los monopolios señoriales y concedió un conjunto amplio de franquezas al concejo y a los vecinos a Gibraleón, ordenamiento descrito por el profesor Ladero Quesada como “una de las muestras más tempranas y, sin duda, más abiertas, de avenencia entre el poder señorial y los poderes municipales y vecinales que podemos encontrar en la Andalucía del siglo XIV. Es evidente que la condición casi regia de Alfonso de la Cerda le permitía ofrecer concesiones con una libertad inusual para aquel momento”.
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Primera concesión señorial de una feria
1323, julio, 9. Santarem
Archivo Ducal de Medinaceli, Archivo Histórico 276-4
Don Juan [Alfonso] de la Cerda concede una feria anual a Gibraleón
Parece que, en 1320, Alfonso de la Cerda cedió la villa de Gibraleón a su hijo Juan Alfonso cuya vida transcurrió fundamentalmente en Portugal donde casó con una hija del rey don Dionís. Como su padre, fue un señor munífico y ausente, como muestra esta carta de merced, dada en la ciudad portuguesa de Santarem, por la que otorgó a Gibraleón una feria anual, de la que el profesor Ladero Quesada comenta que es “la primera noticia que tenemos de una feria nacida por decisión señorial en Andalucía, con todas las características de franquezas fiscales y salvo y seguro para los participantes y sus mercancías inherentes a este tipo de concesiones cuando son los Reyes quienes las promueven”.
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El linaje desheredado y la creación del condado de Medinaceli
Alfonso de la Cerda renuncia a la voz de rey
1331, mayo, 3. Almendralejo
Archivo Ducal de Medinaceli, Privilegios rodados, nº 28
Privilegio de Alfonso XI por el que concede los lugares de Valdecorneja, El Barco, El Mirón, Piedrahita y La Horcajada a Alfonso de la Cerda
Alfonso de la Cerda, al perder parte de sus estados en una de tantas intrigas de la minoridad de Alfonso XI, se refugió en Francia hasta que, en 1331, según la crónica, fue al encuentro del rey y “renunció et demetió alguna voz o derecho si avía en los regnos de Castiella et de León; […] et otorgose por su vasallo”. Este privilegio recoge, en similares palabras, el pleito homenaje que hizo al rey, por el que recuperó algunos de los estados de que poseyó y ganó otros, pero ya sin la plena jurisdicción, signo de la recuperación de la autoridad regia bajo Alfonso XI.
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Testamento de Alfonso de la Cerda
1334, diciembre, 23. Piedrahita
Archivo Ducal de Medinaceli, Archivo Histórico 185-31
Poder para testar que otorgó Alfonso de la Cerda a su mujer, Mafalda, a su hijo Juan, a su yerno y a su confesor
Alfonso de la Cerda debió morir poco después de otorgar este poder para testar. No hay consenso sobre la identidad de su esposa Mafalda, aunque la hipótesis más probable es que fuera hija del conde de Eu. Tuvo seis hijos que vivieron entre Francia y España. Aunque todas sus hijas casaron en Castilla, una de ellas, Margarita, con el infante Felipe, hijo de Sancho IV, ninguna tuvo heredero que le sobreviviera. Sus hijos tampoco tuvieron mucha mejor fortuna, excepto el primogénito, Luis, quien, de su matrimonio con Leonor de Guzmán, tuvo larga descendencia.
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El primogénito «Luis de Espagne» al servicio del rey de Francia
1339, enero. Bosque de Vincennes
Archivo Ducal de Medinaceli, Archivo Histórico 185-36
Traslado del privilegio por el que Felipe VI de Francia concede a Luis de España el condado de Talmont
El primogénito de Alfonso de la Cerda que recibió de su padre algunos señoríos en Cáceres vivió entre España y Francia. En 1306 se casó en Sevilla con Leonor de Guzmán, una hija de Guzmán el Bueno, por la que fue señor del Puerto de Santa María, y en 1332, la crónica de Alfonso XI lo sitúa al lado de su padre en la ceremonia de coronación de Alfonso XI. Sin embargo, su vida pública transcurrió en Francia al servicio de Felipe VI de Valois donde era conocido como Luis de España. El rey, para premiar sus servicios, le concedió el condado de Talmont situado en la frontera de las posesiones inglesas al sur de Francia.
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Enrique II crea el condado de Medinaceli y se lo ofrece a Isabel de la Cerda
1368, julio, 29. Real sobre Toledo
Archivo Ducal de Medinaceli, Privilegios rodados, nº 43
Privilegio rodado de Enrique II por el que concede a don Bernardo de Bearne la villa y tierra de Medinaceli con título de condado
Bernardo de Bearne, un hijo del conde de Foix, entró en Castilla para luchar junto a Enrique de Trastámara en la guerra civil que le enfrentó contra su hermano, el rey don Pedro. Nueve meses antes del fratricidio de Montiel, Enrique II, en agradecimiento, le concedió, con la dignidad condal y el mero mixto imperio, la villa de Medinaceli con las ciento siete aldeas que componían su alfoz. Así un nuevo conflicto dinástico, quebraba la obra de Alfonso XI pues sacaba del realengo un territorio con una fórmula que lo sustraía de la autoridad regia.
1370, octubre, 1. Sevilla
Archivo Ducal de Medinaceli, Medinaceli 9-33
Carta del rey Enrique II a doña Isabel de la Cerda rogándole que se case con el Conde de Medinaceli
Desde la ejecución de su hermano Juan, en 1357, por el rey don Pedro, Isabel de la Cerda y Guzmán era la última descendiente del desheredado infante, Alfonso de la Cerda. Es posible que, por esta razón, por representar Isabel la línea primogénita de Alfonso X, se interesara tanto el primer Trastámara porque Isabel casase con su fiel vasallo Bernardo de Bearne. Enrique II no tenía más compensación a su bastardía que la sangre real de su mujer doña Juana Manuel, nieta del segundo de los infantes de la Cerda. Así, en esta carta, le dice que, si se casa “sed çierta que uos faremos [,,,] mucho bien e mucha merçed”.
1371, diciembre, 15. Burgos
Archivo Ducal de Medinaceli, Privilegios rodados, nº 56
Privilegio rodado de Enrique II confirmando a doña Isabel de la Cerda la donación que le había hecho su marido, Bernal de Bearne, del condado de Medinaceli
Antes de su matrimonio con Bernardo de Bearne, Isabel de la Cerda, era ya señora del Puerto de Santa María y de varios otros señoríos situados en Cáceres, Sevilla y León. La boda con Bernardo de Bearne debió celebrarse pocos días después del ruego de Enrique II, pues en octubre de 1370, ante notarios de Garganta la Olla, señorío de Isabel, Bernardo de Bearne confirmaba la donación a su esposa del condado de Medinaceli y de ochocientos mil maravedíes en concepto de arras, donación que Enrique II confirmó por este privilegio rodado. En 1379, nada más acceder al trono, Juan I le restituyó en el patrimonio de su hermano Juan: Gibraleón y Huelva.
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Una memoria dual
Juan I se legitima como sucesor de los infantes de la Cerda
1584
Marqués de Mondéjar. Memorias históricas del Rei don Alonso el sabio i observaciones a su chrónica. Madrid 1777, p 526 – Archivo Ducal de Medinaceli, Medinaceli-CAJA-II
Árbol genealógico desde Alfonso X hasta Luis de la Cerda, I Duque de Medinaceli, con retratos de Alfonso X, el Infante Fernando de la Cerda y el rey Sancho IV
En noviembre de 1386, después del desastre de Aljubarrota, presionado por las tropas del duque de Lancaster que, como marido de Constanza de Castilla, hija del rey don Pedro, reivindicaba el trono de Castilla, el rey Juan I, ante las Cortes convocadas en Segovia, fundamentó su legitimidad de esta forma:
“[…] e primeramente descendemos legítimamente de la línea del dicho Rei don Alonso e de su fijo el Infante D. Fernando, e de sus fijos que fueron desheredados por el Infante don Sancho : e otrosí descendemos legítimamente por la línea derecha del Infante D. Manuel, que fue fijo del Rei don Fernando que ganó a Sevilla : i esso mesmo como descendemos desta otra línea del Rei don Sancho, e de don Fernando, e de D. Alonso, nuestros avuelos: e otrosi, por el rei D. Enrique nuestro padre, que Dios perdone, el qual hovo mui grandes derechos en este reino por algunas razones, señaladamente por ser casado con la reina nuestra madre”.
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La casa de Medinaceli cultiva la memoria de su ascendencia regia
Circa 1485
Archivo Ducal de Medinaceli, Medinaceli, 3-1
Árbol genealógico del tronco de la casa de Medinaceli desde el primer rey de Castilla hasta el primer duque de Medinaceli
Encargado por el I duque de Medinaceli a los “maestros del Estudio General” de Salamanca, según reza en la cartela al pie del pergamino, la alusión que se hace, en la larga dedicatoria a los Reyes Católicos, a los señores que “con vuestra alteza se hallan en la conquista del Reyno de Granada” fija el año 1492 como término ante quem de su elaboración. La presencia del primer duque de Medinaceli en la guerra de Granada está documentada en diversos años de la década de 1480. Por otra parte, la descripción que se hace de su hija Leonor, “que tiene derecho al reyno de Navarra examinado por los doctores de este estudio” constituye un indicio del posible propósito de la encomienda a los eruditos salmantinos y acota algo más su datación, pues en 1483 falleció Francisco I de Foix y los reyes católicos se negaron a reconocer como reina de Navarra a su hermana Catalina.
Circa 1615
Archivo Ducal de Medinaceli, Medinaceli, 2-20.
Generatio preterit, generatio advenit. Arbol genealógico de la Casa de Medinaceli desde Alfonso VIII (9º) hasta el VII duque de Medinaceli
Madrid Año de 1757
Ynventario general de todos los papeles de este archivo pertenecientes al estado de Medinaceli, propio del Excmo. duque don Luis Antonio Fernández de Córdoba, Espinola y de la Cerda, mi Señor
En el siglo XVIII, el archivo de la casa de Medinaceli se centralizó en Madrid, recibiendo en su palacio del paseo del Prado los fondos de las distintas casas agregadas a la de Medinaceli. Los archiveros reordenaron y catalogaron los fondos de cada una de las casas que recibían, generando dos tipos de inventario, una copia gruesa de trabajo y uno más pequeño, con bella encuadernación heráldica en pergamino con las armas de la casa que catalogan, guardas jaspeadas y, como apertura, un árbol genealógico desplegable y coloreado a la acuarela.