Basílica de Jesús de Medinaceli

Madrid

Esta basílica madrileña, que custodia y rinde culto a la venerada imagen de Ntro. Padre Jesús de Medinaceli, ocupa el solar que anteriormente había alojado la capilla del palacio de los duques de Medinaceli en el Paseo del Prado, el mismo espacio que, antes de la desamortización y exclaustración decimonónicas, había ocupado la iglesia del desaparecido convento de Trinitarios Descalzos de Nuestra Señora de la Encarnación.

Era este uno de los tres conventos cuya creación promovió el valido de Felipe III, Francisco Gómez de Sandoval, I duque de Lerma, ofreciendo, a las órdenes trinitaria, capuchina y dominica, terrenos donde fundar dentro del conjunto de solares que, a principios del siglo XVII, adquirió en el Prado de los Jerónimos con el fin formar una única finca sobre la que construir un gran palacio suburbano para su recreo y el de la corte del tercer Felipe. Con la agregación de más de veinte terrenos, para cuya anexión obtuvo del concejo de La Villa la cesión de las callejuelas que los separaban, logró el valido ocupar una manzana que tenía por linderos la Carrera de San Jerónimo, la Plaza de las Cortes, el Paseo del Prado y las calles de las Huertas, de Jesús (antigua de los Trinitarios), Cervantes (antigua de Francos) y San Agustín (antigua de San José), en la que edificar el mayor complejo palacial privado de Madrid, del que se ha dicho que era más un pueblo que un palacio. El proyecto del palacio se encargó a Juan Gómez de Mora, con fachada a la Carrera de San Jerónimo y comunicación con el convento capuchino de San Antonio del Prado y, a través de un pasadizo alto sobre la calle del Prado, con el dominico de Santa Catalina de Sena, convento edificado sobre las casas del Hospital General adquiridas con este propósito por el valido.(C. Lopezosa Aparicio, 20, p. 458-67).

Plano de Texeira. 1653

Plano de Teixeira de 1656. El área en blanco señala el perímetro del complejo palacial construido por el primer duque Lerma que, tres años después de la elaboración de este plano, se incorporó al patrimonio de la Casa de Medinaceli. El número XIX indica la iglesia del convento de Trinitarios, el XXI, la fachada del convento de San Antonio del Prado y el paso elevado que conduce al de Catalina de Sena, señalado con el número XXXVI. 

El convento de Trinitarios fue fundado en 1606 por el reformador de esta orden y fundador de su rama descalza, San Juan Bautista de la Concepción, que para su proyecto reformista contó con la protección, “a banderas desplegadas, que lo sepa todo el mundo”, del duque de Lerma, quien actuó como su valedor ante Felipe III y donó a la nueva orden los terrenos —que quedaron comunicados con el palacio a través de los jardines— financió la construcción del convento y asumió su patronazgo (J. Pujana Ascorbeitia, Biografía R.A.H.). A partir de 1682, este convento empezó a ser conocido como convento de Jesús de Medinaceli por haber acogido desde su llegada a Madrid la “Santa Imagen, y Milagrosa, de Jesús Nazareno” caída en manos del rey de Mequinez y rescatada por religiosos de esta orden. Por entonces, hacía más de dos décadas que el convento trinitario estaba bajo el patronato de la casa de Medinaceli, al haber sucedido, en la casa de Lerma, en 1659, la mujer del VIII duque de Medinaceli, Catalina Antonia de Aragón. Pocos años después, en 1697, la venerada imagen de Jesús se incorporó, en la mañana de los Viernes Santos, a las procesiones de la Semana Santa madrileña y, en 1710, se organizó institucionalmente su culto al fundarse la Congregación de Esclavos de Jesús Nazareno, precedente de la actual Archicofradía Primaria, con el IX duque de Medinaceli, Luis Francisco de la Cerda, como su hermano mayor.

Acta de fundación de la Congregación de esclavos de Jesús Nazareno en 1710

Acta de fundación de la Congregación de esclavos de Jesús Nazareno en la que figura como Hermano Mayor el IX duque de Medinaceli. 

La efímera supresión bonapartista de las órdenes religiosas provocó el traslado de la imagen a la Iglesia de San Basilio, de donde regresó en 1814, hasta que las medidas desamortizadoras de Mendizabal de 1836, indujeran de nuevo su marcha, esta vez a la parroquia de San Sebastián. En 1844, el duque de Medinaceli cedió el inmueble del primitivo convento trinitario a las religiosas concepcionistas de Caballero de Gracia y, al año siguiente, solicitó al ministro de Gracia y Justicia que la imagen de Jesús Nazareno fuera devuelta a su histórico templo, lo que se verificó en 1846 por orden de la Reina Gobernadora. El hundimiento en 1851 del coro de la capilla obligó al XIII duque de Medinaceli a sufragar la reedificación del templo que quedaría como capilla del palacio y lugar de veneración de la imagen de Jesús de Medinaceli (E. Guevara, 2018). 

En el complejo proceso de liquidación de la testamentaría del XV duque de Medinaceli, Luis Tomás Fernández de Córdoba —fallecido en 1873— su viuda, Ángela Pérez de Barradas, más conocida por el título que utilizó en su viudez, duquesa de Denia, decidió, en 1888, poner a la venta todo el complejo palacial creado por el I duque de Lerma, fragmentándolo en lotes y derribando un año después el convento. Unos años, antes en 1879, había muerto el XVI duque de Medinaceli dejando un hijo póstumo de su matrimonio con la condesa de Ofalia, Luis Jesús Fernández de Córdoba y Salabert, quien desde su nacimiento sería XVII duque de Medinaceli. Preocupada por el destino de la capilla, la condesa de Ofalia, en nombre de su hijo, la adquirió al resto de herederos y cedió su uso a la orden capuchina, que tomó posesión de ella el 7 de julio de 1895. Cinco años antes, carente de ocupantes, se había derribado el edificio conventual de San Antonio del Prado que, como hemos visto, había ocupado otrora la orden capuchina y cuyo patrimonio se dispersó entre el nuevo templo de Jesús de Medinaceli, el de San Jerónimo el Real y el convento de capuchinas de Granada. No obstante, la obra de mayor valor, la Anunciación que Goya pintó como coronación del retablo que, en 1785, el XII duque de Medinaceli encargó al arquitecto real Francisco Sabatini (J. Urrea Fernández, 2019, pp. 81-2) formó parte del lote que correspondió, en la mencionada testamentaría, a la duquesa de Uceda, en cuya descendencia continúa.

Grabado del convento de San Antonio del Prado en Historia de la Villa y Corte de Madrid (1860-1864)

Grabado realizado hacia 1860 de la fachada de la iglesia del convento de san Antonio del Prado que desde tiempos del I duque de Lerma había ocupado la orden capuchina, templo que fue derribado en 1890. 

El templo se mantuvo en pie hasta el año 1922 en que fue derribado para construir una de mayor capacidad, dada la creciente afluencia de fieles que acudían a rendir culto a la imagen del Cristo de Medinaceli. La construcción de la nueva fábrica de planta de cruz latina, según proyecto del arquitecto Jesús carrasco Muñoz Encina, duró ocho años, siendo solemnemente consagrada el 21 de noviembre de 1930 por el obispo de Madrid-Alcalá, Leopoldo Eijo y Garay. Mientras tanto, la imagen se trasladó al convento que en 1920 había construido la orden capuchina en un solar aledaño (E. Guevara, 2018).

Convento de los trinitarios 1932 desaparecida iglesia de Jesús de Medinaceli. Archivo Ruiz Vernacci, fototeca Ministerio de Cultura

Proceso de derribo de la primitiva iglesia de Jesús de Medinaceli para construir la actual. Archivo Ruiz Vernacci, IPCE, Ministerio de Cultura y Deporte. Aunque la ficha de esta fototeca data la imagen en 1932, debe tratarse de un error tipográfico por 1922. 

En 1953, retomando un proyecto diseñado en 1910, el arquitecto Luis Gutiérrez Soto construyó una capilla panteón en la nave del Evangelio de la basílica que ornó con frescos de Enrique Segura para el descanso eterno del XVII duque de Medinaceli, fallecido 3 años después, y de su segunda esposa (A. Sánchez González, (ed.), 2017 p.296). Tras la elevación al rango de archidiócesis del obispado de Madrid-Alcalá, su primer arzobispo erigió este templo en parroquia en 1966 y el papa Pablo VI lo elevó, siete años después, el 1 de septiembre de 1973, a basílica menor siendo arzobispo de Madrid el cardenal Tarancón.

Proyecto funerario de 1910, parcialmente retomado para la capilla-panteón del XVII duque de Medinaceli y su segunda esposa, construida en 1953 en la nave del Evangelio de la basílica de Jesús de Medinaceli.

En 1978, en el acto de constitución de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, su fundadora, Victoria Eugenia Fernández de Córdoba, XVIII duquesa de Medinaceli, donó la capilla a la institución que había creado. Con la donación de dicha propiedad, la XVIII duquesa, no sólo quiso traspasar un patrimonio material, sino sobre todo asegurar el secular papel de transmisor de la devoción al Cristo que la Casa de Medinaceli había tenido desde el origen de la advocación, convencida de que el individualismo contemporáneo había disuelto la noción de obligación personal hacia una categoría abstracta como la Casa, y podría condenar una relación, que tradicionalmente había sido institucional, a la volubilidad de las apetencias personales. Por esta razón, para garantizar que la Fundación por ella creada, asumiera con entusiasmo esta obligación inmaterial –una de las más importantes de entre las muchas históricamente vinculadas a la Casa de Medinaceli– también promovió una reforma de estatutos de la Archicofradía Primaria de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno, aprobada el 29 de enero de 2013 por el arzobispo de Madrid, cardenal Rouco Varela, en virtud de la cual corresponde el cargo de Hermano Mayor a los sucesivos presidentes de la Fundación Casa Ducal de Medinaceli.