Panteón de los marqueses de la Torrecilla

Cementerio Sacramental de San Isidro, Madrid

Este mausoleo, el de mayor extensión del cementerio Sacramental de San Isidro, es una obra del arquitecto Francisco de Cubas y González Montes, —marqués de Cubas, por concesión del papa León XIII— construida en 1886, un año después del fallecimiento del VII marqués de la Torrecilla, Narciso de Salabert y Pinedo, por encargo de su hijo Andrés Avelino de Salabert y Arteaga, como panteón familiar de la casa de la Torrecilla.

El marqués de Cubas fue un arquitecto de la llamada corriente historicista que ya había trabajado para el marqués de la Torrecilla construyendo los edificios de viviendas denominados Casas Salabert de la madrileña Plaza de la Independencia y e iniciando la reconstrucción fantasiosa del castillo de Butrón en Vizcaya. Pedro Navascués (1973, p. 211) distingue dos periodos muy definidos en la obra de este arquitecto, uno clasicista hasta los años 80 y otro neogótico a partir de este año hasta su muerte, etapa en la que se inscribe este panteón.

Se trata de una esbelta capilla funeraria de planta rectangular y estilo neogótico, construida sobre una plataforma de granito y situada en el cuartel suroeste, próximo a la calle central de la exedra del cementerio de San Isidro conocida como Patio de la Purísima Concepción, espacio en el que se erige un rico conjunto de panteones entre cipreses centenarios. El perímetro exterior está jalonado con escuetos contrafuertes, casi pilastras: un contrafuerte en cada extremo de las fachadas cortas (la frontal y la posterior) y cinco en cada una las fachadas laterales que son largas y que quedan divididas en cuatro tramos. El conjunto de las fachadas está construido con sillares de piedra caliza perfectamente escuadrados y moldurados. Los paramentos de caliza están aparejados sobre un zócalo de piedra de granito gris del tipo Guadarrama; zócalo que tiene un poco de zarpa que sobresale 5 cm de la vertical del paramento.

El acceso está situado en la fachada Sur, ornada con el escudo de los marqueses de la Torrecilla, y está guardado por una puerta a la que llega subiendo por una escalera de granito que está revestida con la sencillez de una puerta medieval, adornada con historiados herrajes.

La nave está divida, por cinco contrafuertes, en cuatro tramos y cubierta por una sencilla bóveda de crucería, con nervios ojivales, enmarcada por arcos fajones (perpiaños), menores adosados a las paredes y mayores entre tramos. En el cruce de las ojivas hay torteras circulares. La modulación exterior se refleja en el interior: si en el exterior las pilastras arrancaban del suelo, en el interior las columnas entregadas en el muro arrancan de ménsulas integradas en una imposta elevada, situada un poco más abajo que en la mitad de la altura. Dos ventanas altas geminadas de arcos apuntados en cada una de las paredes laterales, otras dos menores en la cabecera, y el rosetón de la fachada iluminan la nave. En la fachada posterior hay además una ventana trigeminada de tracería gótica cegada que, sin embargo, conserva la vidriera exterior.

En los laterales, sobre patas zoomórficas, se alzan cuatro sarcófagos pétreos construidos por el vaciado de un gran bloque monolítico y cubiertos con una tapa también de piedra y de gran peso, en los que reposan los restos del VI, VII y VIII marqueses de la Torrecilla.

Debajo de la nave, una cripta semienterrada, a la que se accede por la fachada posterior, mediante una escalera, ocupa todo su rectángulo. La cripta consta de tres partes, la escalera, flanqueada por dos cuartos secundarios, la sala central y 24 nichos funerarios. Un zócalo exterior pétreo marca la parte de la cripta que está sobre rasante, en el que se abren cuatro ventanas en cada uno de los tramos largos del rectángulo, protegidas por rejas de trazado gótico, aunque solo toma luces de dos de cada lado, pues las otras están cegadas por los nichos funerarios.

Actualmente este panteón está en restauración con unas obras que tienen por objeto principal devolverle su estanqueidad, rehaciendo la cubierta con la misma solución y materiales previstos en el proyecto original del marqués de Cubas, para poder ulteriormente corregir todas las afecciones producidas por la humedad en el interior la capilla, singularmente en las bóvedas de techo. También está prevista la limpieza de las manchas de humedad de los paramentos de piedra caliza de las fachadas, la reintegración de las vidrieras que faltan y la reparación de toda la acera perimetral.