El evangelista está representado de pie sobre un fondo oscuro, casi monocromo, en el que solo destaca la cabeza del toro que le tradición le puso como atributo, y con una gama de color complementaria con la de los otros tres evangelistas con los que forma serie, sentido del color fundado, según Valdivieso (2023), en la tradición sevillana, heredada de Juan de Roelas, con la que buscaba “un armonioso equilibrio que conjugaba perfectamente con el sentido moderado y sereno de la mayor parte de sus figuras”.
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