Esta escultura de un orante representa a Juan Bautista de Acebedo, un prelado áulico que empezó sirviendo a Felipe II, pero cuyo ascenso se produjo fundamentalmente bajo el tercer Felipe, gracias a la protección del duque de Lerma de cuyo hijo, el futuro duque de Uceda, fue ayo. En 1601, al tiempo que el Valido trasladó la corte a Valladolid, Acebedo fue consagrado obispo de esta diócesis, siendo poco después nombrado inquisidor general y finalmente, en 1608, presidente del Consejo de Castilla que solo ocupó los pocos meses que le quedaron de vida.
Su hermano menor, Fernando de Acebedo, que le debía toda su educación y carrera, pues se había ocupado de él a la muerte de sus padres, siendo obispo de Osma, concertó, el 5 de mayo de 1612, con el escultor soriano Gabriel de Pinedo la realización de esta escultura, junto con la del resto de sus hermanos, para ornar el panteón familiar que tenía pensado erigir en su lugar natal de Hoznayo.
Juan Bautista de Acebedo, tal como se especifica en el contrato, está representado arrodillado sobre un almohadón, con las manos juntas y enguantadas, vestido de traje talar y largo manteo ante un sitial sobre el que reposa un misal y una mitra “pretiosa”, la que. adornada con bordados y pedrería, se usa en las ceremonias solmenes. De una de las cláusulas del contrato, que preveía que las cabezas habrían de esculpirse en El Burgo, sede del obispado de Osma que, como se ha dicho, ocupaba por entonces el comitente, se colige que el rostro pretende ser retrato fiel o ideal del primogénito de los Acebedo, en el que su hermano menor debió poner singular cuidado en que se correspondiera con la larga etopeya que le escribió e hizo cincelar sobre una gran lastra de mármol.