Por la gran difusión e influencia de la que gozaron Las vidas de los doce césares de Suetonio, —biografías moralizantes consideradas en la época como modelos, según los casos, de soberanos modélicos o de tiranos abominables—, durante el Renacimiento se hicieron numerosas réplicas de bustos de los primeros doce emperadores romanos. Como muestra de lo célebres que llegaron a ser estas series de los doce césares, baste recordar que las colecciones reales, en tiempos de Felipe II, —rey que no se carcaterizó precisamente por una especial inclinación hacia el coleccionismo escultórico— llegaron a tener hasta cinco series completas y algunos otros bustos de otras dos series incompletas. La iconografía de estos doce emperadores era bien conocida a través de monedas romanas y, en el caso de Vespasiano, su característica fisonomía, con el ceño fruncido, que, al decir de Suetonio, «reflejaba un esfuerzo permanente» de emperador modélico, era conocida en el siglo XVI por el áureo del año 76. d.C. Markus Trunk, en su tesis doctoral, relaciona hasta diez réplicas labradas, desde mediados del siglo XVI, del emperador Vespasiano, de las cuales, la más antigua, sería la de la colección Farnese, hoy en el Museo Arqueológico de Nápoles.