Sobre un fondo pintado en trampantojo, exquisitamente logrado, simulando una tabla de nudosa madera, la Virgen que parece agradecer, con los brazos abiertos, la luz divina es alzada entre nubes hacia el cielo por un coro de ángeles, mientras abajo doce apóstoles, reunidos en torno al sepulcro, la observan entre maravillados e incrédulos.
Al adscribirse esta obra, por razones estilísticas, al periodo español de Luca Giordano y estar ya registrada en el primer inventario de pinturas del IX conde de Santisteban (Cerezo San Gil, 2005), realizado poco después de su marcha del virreinato de Nápoles, su fecha de ejecución habría de situarse entre 1692, en que el pintor llega a España, y 1697 en que está datado el mencionado inventario.
Ferrari y Scavizzi (1966) hacen derivar esta Asunción de la del Escorial. Por la diferente posición e iconografía de la Virgen, Pérez Sánchez considera inexacto este vínculo escurialense, cataloga esta Asunción de la colección Santisteban dentro del periodo español, por la “factura suelta y vibrante y acusados efectos luminosos en la parte inferior” y la pone en relación con un boceto de este tema mariano del Museo del Prado (P000176), datado hacia 1698, que está mucho más próximo a ella iconográficamente. Andrés Úbeda de los Cobos (2017), en su análisis de este boceto de la Asunción del Prado, advierte que Giordano, en su etapa española, abordó en diversas ocasiones el tema de la Asunción de la Virgen, y observa que, en todas ellas, la iconografía de la Virgen es prácticamente la misma y que lo único que cambia es el grupo de apóstoles en torno al sepulcro. Considera que todas ellas formarían una secuencia que podría derivar de un prototipo enviado a Madrid en 1688 por el virrey marqués del Carpio, secuencia en la que esta obra sería la última, por recoger “ideas presentes en todas las demás”, aunque advierte que “resulta más difícil de datar, por su detalle menudo y preciosista, que no corresponde a ninguna fase de su producción”.