Juego de aguamanil compuesto de jarro de cuerpo ovoide y jofaina circular plana con orilla elevada. Unos medallones circulares, con representaciones del Sacrificio de Isaac y la Elevación de la serpiente de bronce, adornan los flancos del jarro y están rodeados por inscripciones tomadas de la carta de San Pablo a los hebreos (11,17) y del evangelio de San Juan (3,14) respectivamente, siendo ambas leyendas interpretaciones neotestamentarias de la prefiguración en el Antiguo Testamento del sacrificio del hijo unigénito de Dios y de su muerte en la Cruz. Un mascarón femenino corona la panza frontal del jarro en la que está grabado un escudo flanqueado por las iniciales IW y VH, correspondientes a Johann Wilhelm, conde de Herberstein.
El campo de la bandeja circular se adorna con cuatro medallas con motivos de La Anunciación, La Adoración de los pastores, El Calvario y La Resurrección, todas ellas rodeadas de citas literales del Nuevo Testamento con especificación de la fuente. Los fondos de la bandeja y del jarro están ornados con motivos de arabescos.
J-M. Cruz Valdovinos (1997, p. 153) ha identificado tres marcas: la de la localidad corresponde, según Helmut Seling (1980, III nº664), a la variante que los plateros de Augsburgo utilizaron entre 1570 y 1575; la del platero, de acuerdo con la misma fuente, pertenece a Ulrich Schönmacher, activo entre 1553 y 1585, y, la tercera, es la que utilizó el imperio austrohúngaro para remarcar obras antiguas a principios del siglo XIX, hacia 1806-7, término post quem de su ingreso en la colección Medinaceli.
Helmut Seling catalogó un juego de aguamanil idéntico a este, aunque de plata sobredorada, que por entonces estaba en una colección privada, pero que, en 1922, continuaba en el palacio Eggenberg de Graz, propiedad de los condes de Herberstein. Dicha pieza fue adquirida en 2005 para la colección del príncipe de Liechtenstein y está expuesta en el Garden Palace de Viena (SI 258). Helmut Seling, en la mencionada catalogación, consideraba que esta pieza tendría una función bautismal, sin embargo J-M. Cruz Valdovinos (1997, p. 155), atendiendo a su iconografía ligada a la Eucaristía, estima más lógico que su empleo litúrgico fuera la ablución ritual de manos.