El órgano dieciochesco
Un órgano para una capila de música
Por un inventario de bienes de la Capilla, realizado en el año 1634, sabemos que, a mediados del siglo XVII, existían dos órganos: un realejo, adquirido en 1632 y puesto en el coro bajo, y un “órgano grande con sus repartimientos de cañones adornado en su caja de madera dorado y negro tiene por remate un escudo de armas con dos angelillos a los lados…”. Este último estaba situado, como el actual, en el lado de la epístola y había sido encargado por María de Mendoza al maestro granadino Diego de Sanforte. El órgano era la pieza central de una capilla musical que, compuesta por un maestro organista y seis mozos de coro, fue ampliada por los nuevos estatutos de 1568 agregándole cinco capellanías destinadas a un maestro de capilla y cuatro cantores con voces de tiple, contralto, tenor y bajo. A estos habría que añadir un número indeterminado de mozos de coro y ministriles que, por no formar parte del clero, no se contemplaban en los estatutos pero que actuaban juntamente con los cantores.
La sustitución del órgano renacentista por otro dieciochesco
Este órgano, sin embargo, no ha llegado hasta nosotros, pues en 1790 Baltasara Teresa de los Cobos, X marquesa de Camarasa, ordenó su inspección para decidir si merecía la pena repararlo o era preferible su sustitución. Todos los peritos llamados coincidieron más o menos en que “sería tan costosa su composición, o poco menos que hazerlo nuebo; en cuia inteligencia y en la de que mas bien es indecencia que culto a la Divina Majestad tocar el órgano en los términos que se halla” era preferible sustituirlo.
El resultado fue el encargo en 1795 de un nuevo órgano ubicado en el mismo sitio que el antiguo, en el lado de la Epístola, junto a la tribuna del Coro Alto, pero de mayores dimensiones, lo que obligó a ampliar el balconcillo y a ocultar parte de la policromía de la cornisa, modificaciones que todavía son claramente apreciables. Se encomendó el proyecto a uno de los organeros que habían inspeccionado el anterior, Francisco Javier Fernández, por contrato de fecha 9 de octubre de 1795. La caja neoclásica fue diseñada por el arquitecto y académico de Bellas Artes, Silvestre Pérez (1767-1825) en 1798. El nuevo marqués de Camarasa, Domingo Gayoso de los Cobos, buscaba así evitar las críticas académicas a las actuaciones de sus predecesoras.
La restauración del órgano
Este órgano —que sufrió durante la guerra civil un saqueo selectivo, que le sustrajo todos sus elementos metálicos (hierro, plomo y estaño), y un vandalismo que destrozó maderas y cueros— fue objeto de una completa rehabilitación concluida en 2008. Pese al expolio sufrido, se pudo ejecutar una restauración reconstructiva fidedigna tanto del sistema mecánico como del material sonoro, fundada en el análisis de los elementos conservados, especialmente los secretos del órgano mayor y del de cadereta, y en la lectura, atenta y crítica, del contrato de encargo de 1795. El resultado es que no solamente se consiguió devolver la apariencia neoclásica al instrumento, sino también reproducir la sonoridad dieciochesca del original.
La restauración del órgano está impulsando la recuperación de la tradición musical vinculada a la Capilla de El Salvador, con el nombramiento de un organista y una maestra de capilla encargados de formar un coro de niños seises cuyas voces volvieron a sonar, tras años de silencio, en la navidad de 2008 y lo continúan haciendo en las misas de los fines de semana acto al que, en numerosas ocasiones, se suman los seises veteranos que cantaban en los años setenta.