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El proceso de construcción de un patrimonio histórico artístico

La Fundación Casa Ducal de Medinaceli es una institución cultural privada creada por voluntad de la Excma. Sra. Doña Victoria Eugenia Fernández de Córdoba y Fernández de Henestrosa, XVIII Duquesa de Medinaceli, con el objeto de conservar, restaurar, reintegrar, estudiar, promover y difundir el patrimonio histórico tanto material —inmueble, mueble y documental— como inmaterial —tradiciones, devociones, rituales, etc. — vinculado, a través del tiempo, a esta Casa y a sus agregadas. Fue constituida el 14 de septiembre de 1978 y aprobada por Orden Ministerial de 20 de octubre de 1980.

Dotada inicialmente con el patrimonio histórico de la fundadora, donado en el momento de su constitución, a lo largo de sus más de cuatro décadas de existencia, el número de bienes histórico-artísticos gestionados por la Fundación ha crecido por dos vías fundamentalmente:

• adquisición de bienes históricamente vinculados a la Casa de Medinaceli.
• fusión con otras fundaciones cuyo patronato ejercía esta Casa Ducal.

Por estas tres vías, donación, fusión y adquisición, la Fundación ha construido un patrimonio histórico-artístico, inmobiliario, mobiliario y documental que se extiende por ocho comunidades autónomas de España: Galicia, Cantabria, Cataluña, Madrid, Castilla León, Castilla La Mancha, Extremadura y Andalucía. En lo que respecta al patrimonio inmueble, el proceso ha sido el siguiente. En el momento de su constitución, recibió de la fundadora ocho inmuebles:

1. El Palacio Ducal de Medinaceli en la provincia de Soria.
2. La Basílica de Jesús de Medinaceli en Madrid.
3. El palacio de los duques de Alcalá, más conocido como Casa de Pilatos, en Sevilla.
4. El Pazo de Oca, en la provincia de Pontevedra.
5. El Castillo de Sabiote, en la provincia de Jaén.
6. El Palacio de los Cobos, en Úbeda.
7. La Torre de San Miguel das Penas en la provincia de Lugo.
8. Una cuarta parte del palacio de los Acebedo, en Hoznayo, Cantabria.

A esta dotación inicial, la Fundación ha agregado, por las dos vías anteriormente mencionadas, los siguientes:

9. El Hospital de San Juan Bautista, vulgo de Tavera, en Toledo.
10. La Sacra Capilla del Salvador de Úbeda, Jaén.
11. La Colegiata de Santiago, en Castellar, Jaén.
12. La Fortaleza de los condes del Castellar, en Castellar de la Frontera, Cádiz.
13. La Fortaleza de Torés en As Nogais, lugar de la provincia de Lugo.
14. El castillo de Feria, en la provincia de Badajoz.
15. El Castillo de Nogales, en la provincia de Badajoz.
16. La ermita de San Baudilio de Taballera en El Port de la Selva, Girona.
17. El panteón de los marqueses de la Torrecilla, en la Sacramental de San Isidro, Madrid.
18. El panteón de los duques de Denia en la misma Sacramental.

Para la conservación de este vasto patrimonio arquitectónico, la Fundación ha pretendido aplicar, en mucha menor escala, un modelo ya venerable, el del National Trust, institución privada que funciona con éxito creciente en Gran Bretaña desde hace más de cien años y que ha sido exportado a otros países con resultados desiguales, con un mayor éxito en general en aquellos países con una forma de Estado similar a la británica. El esquema de funcionamiento de esta institución es relativamente simple y consiste básicamente en que el conjunto de bienes inmuebles forme una red solidaria en la que los monumentos con más ingresos sostengan, permanente o temporalmente, a los que tienen menos, de suerte que el complejo patrimonial se restaure y conserve con los propios ingresos que el conjunto genera. El precario estado de conservación de la mayoría de los bienes que se han ido incorporando por cualquiera de las tres vías mencionadas ha condicionado mucho las primeras décadas. No obstante, conforme el estado de conservación de cada uno de los inmuebles mejora, los hacen también los ingresos del conjunto, permitiendo acelerar las restauraciones, entrando en un círculo virtuoso de más conservación y aumento de ingresos.

Es aquí, donde radica la singularidad del proyecto de esta fundación, en que sus recursos no han dependido nunca ni de una dotación pecuniaria, que no tuvo en el momento de su constitución, ni de la aportación de un tercero, sino de los ingresos generados por el cumplimiento de sus propios fines fundacionales que se podrían resumir en la conservación y difusión del patrimonio histórico material e inmaterial vinculado a la Casa Ducal de Medinaceli y a sus agregadas.

En lo que respecta al patrimonio mueble de la Fundación, salvo en la colección escultórica, por el peso que en ella tiene la colección de mármoles del I duque de Alcalá de la Casa de Pilatos, en el resto de las colecciones, la parte sustancial se ha formado mediante la fusión y la adquisición. Por fusión, logró incorporar a sus colecciones el fragmento mayor existente de la primitiva colección Medinaceli, el que correspondió a los duques de Lerma en la división hereditaria de esta colección realizada a principios del siglo XX. Por compra, desde su constitución, la Fundación ha adquirido más de trescientos objetos históricamente vinculados a la Casa de Medinaceli, obviamente de muy heterogénea importancia desde el punto de vista de su valor pecuniario, pero todos ellos contribuyen por igual al propósito de la Fundación de restituir interiores históricos, porque la Fundación no persigue exponer sus colecciones de una forma museística, sino que pretendemos recrear con ellas interiores históricos con el fin de que en nuestros monumentos continente y contenido mantengan la mayor armonía posible contribuyendo así a aminorar la deficiente conservación de interiores históricos que caracteriza a España en comparación con algunos de nuestros países vecinos. Por esta razón intentamos evitar las cartelas explicativas de cada pieza y reemplazarlas por explicaciones de guías o audioguías.

El propósito de la Fundación no es ni el enciclopedismo artístico ni la reunión de obras maestras descontextualizadas, fines que entendemos corresponden a los grandes museos nacionales. Por esta razón, no tenemos inconveniente en depositar en el Museo del Prado alguna obra maestra, ya sea por su especial relevancia o por precisar de unas condiciones singulares de conservación, como La Piedad de Sebastiano del Piombo o La Mujer Barbuda que José de Ribera pintó por encargo del III duque de Alcalá.

En definitiva, siguiendo las vías y los criterios mencionados, la Fundación ha conseguido reunir una importante pinacoteca, una extraordinaria colección escultórica y un numeroso y relevante conjunto de muebles que podríamos englobar en lo que se conoce como artes decorativas, colección que puede descubrirse en la sección que esta web le dedica y que se irá completando periódicamente.

No menos importante es el patrimonio documental de la Fundación que comprende dos archivos de muy distinta naturaleza: el Archivo Ducal de Medinaceli y el Archivo del Hospital Tavera. El primero es un archivo de archivos, pues reúne el archivo de la casa de Medinaceli y el de todas las casas que se fueron agregando a ella que, a su vez, eran también, en la mayor parte de los casos, producto de la agregación de varias casas. Todos estos archivos, dispersos por cada uno de los estados, se fueron constituyendo como fondo único mediante su concentración en Madrid, en un largo proceso iniciado a principios del siglo XVIII que no concluye hasta fines del siglo XIX o mediados del XX, si consideramos también la incorporación del archivo de los marqueses de Camarasa. El resultado es el archivo privado con un arco temporal más amplio, pues su documentación arranca con un documento de 847, o sea del reinado del nieto de Carlomagno, Carlos el Calvo, y llega hasta nuestros días, y con un vastísimo marco geográfico organizado en 70 fondos orgánicos, que cubren prácticamente todo el territorio peninsular, y otros tantos fondos que reúnen la documentación de función, es decir la de los diferentes cargos que sus miembros desempeñaron en la Monarquía Hispánica, que concierne una gran parte de Europa, singularmente Italia.

El archivo del hospital Tavera es obviamente más modesto, pero aun así muy relevante pues además de documentación del cardenal Tavera, arzobispo Primado, Inquisidor General, presidente del Consejo de Castilla y Regente del reino, contiene series documentales ininterrumpidas sobre el funcionamiento de un hospital, como libros de salarios, despensa, fábrica, etc., desde el siglo XVI hasta el siglo XX. De esta forma, por poner dos ejemplos, el Hospital Tavera tiene el privilegio de que sus proyectos de restauración pueden documentarse desde su propio archivo, utilizando los libros de Fábrica, y sus libros de salario y despensa han sido y siguen siendo utilizados para detallar la evolución del nivel de vida desde el siglo XVI al XX, por lo completo y homogéneo de sus series.

Por último, dentro del conjunto patrimonial que la fundación protege, una parte de él es, por su carácter inmaterial, especialmente frágil. Por esta razón, hemos perseguido poner el conjunto de tradiciones y relaciones con otras instituciones históricamente vinculadas a la Casa de Medinaceli bajo el amparo de la Fundación. Uno de los integrantes más importantes de dicho patrimonio es la devoción a Jesús de Medinaceli, así llamado por haber quedado expuesta al culto, desde su llegada a Madrid en 1682, —después de ser rescatada de manos del sultán de Mequinez— en uno de los conventos que albergaba el complejo palacial que poseía el duque de Medinaceli en el paseo de Prado. Desde allí la devoción se fue extendiendo por toda España, de forma que hoy hemos podido censar cerca de trescientas imágenes de esta advocación expuestas al culto, e incluso se difundió hacia América y Europa, habiendo localizado seis en Polonia. Para asegurar la continuidad en el tiempo de los aspectos culturales y cultuales que rodean a esta devoción, los estatutos recogen que el Hermano Mayor de la Real Archicofradía sea el presidente de la Fundación. Más antiguo es el Vía Crucis a la Cruz del Campo, instituido por el I marqués de Tarifa a principios del Siglo XVI, al que se tradicionalmente se atribuye un papel protagonista en el origen de la Semana santa sevillana. De otra naturaleza es la tradición del canto litúrgico de los niños seises del Salvador de Úbeda, que la Fundación volvió a recuperar después de su desaparición en los años sesenta, mediante la recuperación del órgano dieciochesco y de los puestos de maestro de capilla y maestro de órgano. Más moderna y modesta es la celebración del Sagrado Corazón de Jesús que se celebra cada 25 de agosto en la primitiva plaza de labor del Pazo de Oca.

Otra parte importante de dicho patrimonio inmaterial son los patronatos históricamente ejercidos por la Casa de Medinaceli y sus agregadas, lista que sería larguísima. De entre ellos, guardamos una singular relación de tutoría y custodia con dos. Uno de ellos es el Monasterio de Santa Clara de Montilla, fundado a principios del siglo XVI por la II marquesa de Priego sobre un monasterio masculino edificado por su padre junto al palacio de los marqueses de Priego. En el monasterio trabaja a tiempo completo un empleado de la Fundación que está al cuidado de la fábrica del convento, de sus colecciones y de su archivo y biblioteca. El segundo es el convento de Carmelitas de Valladolid, fundación de María de Mendoza y enterramiento de los condes de Ribadavia.

Entendemos que este proceso no está cerrado, sino abierto, dentro de nuestros fines que abarcan el dilatadísimo patrimonio históricamente vinculado a la Casa de Medinaceli, a nuevas incorporaciones, con el fin de contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, al incremento y mejora del patrimonio histórico español.

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