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El Hospital-Panteón
El Hospital de San Juan Bautista, más conocido como Hospital Tavera, es el más importante edificio del clasicismo renacentista toledano. Iniciada su construcción como hospital general en el momento más vital y cosmopolita de la ciudad imperial, pronto el Cardenal que lo mandó edificar, don Juan Tavera, decidió renunciar a sus proyectos de enterramiento en la Catedral Primada para convertir la capilla de este hospital en su panteón funerario.
Su actual imagen quedó moldeada por esta doble finalidad de beneficencia y sepulcral y por la suma de las diferentes tendencias arquitectónicas que en él se van sucediendo a lo largo de su dilatada historia constructiva.
La fabulosa suma que según el administrador del Hospital, Pedro Salazar de Mendoza, se había gastado hasta 1599, medio millón de ducados, cuando todavía quedaba gran parte de la Iglesia por construir, la convierte en una de las más esplendidas fábricas de la época, quizás sólo comparable, según el Historiador del Arte, Fernando Marías, con la del Monasterio de San Lorenzo del Escorial.
La fachada
La entrada al edificio se realiza por su fachada meridional formada por tres pisos de sillería de piedra berroqueña, el inferior con un almohadillado rústico, el segundo con este tipo de almohadillado sólo en sus esquinas y todos ellos adornados por vanos enmarcados por grueso almohadillado de espléndida factura , rectangulares en el piso inferior y semicirculares en el superior que ordenan y relacionan las dos primeras alturas al intercambiarse en los extremos. La portada trazada en 1760 por el arquitecto Pedro Martínez Morales se compone de tres cuerpos, el último rematado por una hornacina con la imagen del patrón del Hospital, San Juan Bautista.
Los patios
Del conjunto monumental destacan los patios gemelos que, al decir del catedrático de Historia del Arte, Fernando Marías, «constituyen uno de los más solemnes, serios y complejos claustros de toda nuestra arquitectura moderna». Ortodoxamente renacentistas por la perfección de sus entablamentos y por la superposición de órdenes, propia de la antigüedad clásica, el dórico en las columnas de la galería baja, el jónico en las de la alta; modernos e italianizantes por su cubrición con bóvedas de arista y, sobre todo, impresionantes por su soberbia riqueza espacial fundada en la partición del espacio por una galería central dirigida a la Iglesia-Panteón pero que contemplada desde otros ángulos, multiplica las vistas complejas yuxtaponiendo arquerías y columnas en un extraordinario juego de perspectivas, proporciones y simetrías.
La farmacia
La botica es la única estancia del conjunto hospitalario que conserva igual función en el mismo sitio que le diera Alonso de Covarrubias en los primeros planos de 1540, cerca de las antiguas enfermerías y en el ala opuesta a la de los servicios no clínicos tales como cocina y despensa. De la completísima dotación de esta farmacia, con albarelos, orzas, morteros, espatuleros, pesas y medidas, etc. destaca el botamen de vidrio y de cerámica de Talavera de la Reina, Alcora y Puente del Arzobispo de los siglos XVI y XVII y un armario del siglo XVII, bellamente policromado, en cuyo centro dos puertas conocidas como “el ojo del boticario”, adornadas con el escudo del Cardenal Tavera, abren a dieciséis cajoncillos que guardaban las drogas más caras: granates, esmeraldas...
El sepulcro del Cardenal Tavera
Última obra de Alonso de Berruguete y una de las más importantes del arte funerario español. Fue encargada en 1552, según un contrato en el que se propone como modelo el monumento funerario del Cardenal Cisneros, y concluida en 1561, poco antes del fallecimiento del autor ocurrido en la torre del reloj del propio Hospital. Presiden los laterales, San Juan Bautista, y el apóstol Santiago, en alusión a la etapa del Cardenal Tavera como Obispo de Santiago de Compostela, y los frentes, La Caridad y San Ildefonso, que evoca la Archidiócesis Primada a cuyo frente estuvo el Cardenal sus últimos onces años de vida. Rodean el lecho mortuorio las Virtudes Cardinales. El rostro del Cardenal presenta una expresión cadavérica, fiel transposición de la mascarilla póstuma que sirvió de modelo al autor y que aún se conserva en el museo.
Los retablos de la Iglesia
Don Pedro Salazar Mendoza, administrador del Hospital, encargó en 1608 a El Greco "las esculturas, ensamblaje, dorado y estofado de los retablos" siguiendo una iconografía que Salazar tenía establecida en torno al bautismo y a la penitencia, con el fin de transmitir a los enfermos la idea de la purificación y la salvación mediante los sacramentos. No era el primer encargo que se le hacía, pues antes ya había realizado un lienzo de San Pedro en lágrimas y un tabernáculo para el altar mayor que albergaba a Cristo resucitado, ambas piezas expuestas hoy en el Museo. A su muerte en 1614, dejaba tres obras de gran tamaño casi terminadas: La Anunciación, expoliada en el siglo XIX, El Quinto Sello del Apocalipsis y El Bautismo de Cristo, que todavía hoy se puede contemplar en uno de los retablos laterales proyectados por El Greco.
La Sacristía
Emplazada en el costado de la epístola del crucero, esta estancia es obra de Nicolás de Vergara el Mozo, el tercer arquitecto que se sucede en la maestría mayor de la fábrica del Hospital. En la obra de Vergara, a quien también se deben los alzados de la Iglesia, se escuchan los ecos, que no la mimesis, del clasicismo que Juan de Herrera aplicó en la gran obra, eclesiástico-funeraria de la época: El Escorial. En esta sacristía, la primera de la serie que construye en Toledo, nos sorprende por su elocuente reducción de la arquitectura clásica a su esencia: sobriedad y coherencia proporcional. Hoy se exhibe en ella una magnífica colección de pintura religiosa de origen italiano.
La cripta
La Iglesia del Hospital se inició con la construcción de esta cripta circular bajo el crucero, realizada por Hernán González de Lara y concluida en 1572. La perfección de su bóveda produce una reverberación acústica que sorprende al visitante en un lugar concebido para reposo eterno de los primeros patronos de la Casa de Malagón y, tras la desamortización decimonónica, de la Casa de Medinaceli, al verse estos obligados a abandonar su secular panteón en el Real Monasterio Cisterciense de Santa María de Huerta.
El museo
Hacia 1940 la Duquesa Viuda de Lerma, con la aprobación y concurso de su sobrino el XVII Duque de Medinaceli, rehabilitó una parte del monumento para exponer el legado de obras de arte constituido por su difunto marido, el XIV Duque de Lerma, Fernando Fernández de Córdoba y Pérez de Barradas, y compuesto básicamente por el lote que éste había heredado, en 1886, de la fabulosa pinacoteca de sus padres, los Duques de Medinaceli. Para perpetuar la memoria de aquél creó y dotó con su patrimonio artístico la Fundación Duque de Lerma, hoy fusionada con la Fundación Casa Ducal de Medinaceli quien ha enriquecido los fondos de este museo con otras piezas procedentes de la misma colección. Este museo que pretende recrear un ambiente palaciego de los siglos XVI y XVII, exhibe, por tanto, una reconstrucción parcial de la primitiva colección Medinaceli que se compone de una importantísima serie de muebles y tapices flamencos del siglo de Oro y una formidable pinacoteca que reúne obras de El Greco, Luca Giordano, Zurbarán, Pantoja de la Cruz, Carreño de Miranda, Sánchez Coello, etc.
El Archivo Ducal de Medinaceli
Aunque por ser un lugar de investigación no está incluido en la visita, la antigua contaduría del Hospital alberga hoy el Archivo de la Casa Ducal de Medinaceli, un impresionante conjunto documental, con más de un milenio de historia, dividido en setenta secciones que se corresponden, en su mayor parte, con los títulos agregados a la Casa Ducal de Medinaceli a lo largo de su historia. Los más antiguos pergaminos se remontan al siglo IX originados en los primitivos condados carolingios de la "Marca Hispánica"
Para más información, vid. en este mismo sitio web la sección El Archivo
Para saber más...
Titulado El Hospital Tavera de Toledo, este libro es la obra de referencia de un
edificio cuya importancia en la historia de la arquitectura es difícil
exagerar y que aunque disfrutaba de una abundante y fragmentaria
bibliografía, carecía de un compendio que abordara globalmente el
monumento y las obras de arte para él concebidas. Constituye un estudio
en profundidad de uno de los edificios más emblemáticos de Toledo y del
Renacimiento en España.
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