La colección de azulejos

Una tapicería cerámica

Los muros del patio y de las estancias que lo rodean fueron revestidos, en los años treinta del siglo XVI, con altos zócalos de azulejos de cuenca o arista, cuya disposición no perseguía componer un diseño único corrido, sino, al contrario, diferenciar cada paño individualmente, bordeándolo con una cenefa y alternando en sus centros las armas de los Enríquez y de los Ribera, como si fueran tapices. Con esta disposición novedosa, el marqués de Tarifa buscaría repetir en su palacio de verano —el de la planta baja— la ornamentación que tendría el de invierno —el de la planta alta— cuyos muros podemos imaginar enteramente revestidos con tapices, también de motivos heráldicos.

Una nueva técnica: los azulejos de cuenca o arista.

Este proyecto de don Fadrique no hubiera sido posible sin la aparición, a principios del siglo XVI, de una nueva técnica de fabricación de azulejos conocida como de cuenca o arista que, por una parte, facilitaba la realización de diseños de líneas curvas, propios de los tejidos, y, por otra, aceleraba y abarataba su ejecución. Sólo gracias a esta técnica novedosa, los célebres alfareros de Triana, Diego y Juan Pulido, pudieron comprometerse a entregar 2.000 azulejos semanales al I marqués de Tarifa. El procedimiento se asemejaba al de la imprenta y consistía en tallar el dibujo en negativo sobre un molde de madera que se aplicaba mediante presión a la loseta de barro aún fresco, para formar una impronta de cuencas separadas por aristas —que hoy dan nombre a este tipo de azulejos— y que servían para evitar la mezcla de los colores al hornear la pieza. Por el número de piezas y los más de ciento cincuenta diseños diferentes, de motivos mudéjares, isabelinos y renacentistas, la de la Casa de Pilatos es la mayor y mejor colección existente de este tipo de azulejería.

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