En este solemne retrato de un cardenal, sentado, apoyando los pies sobre un colorido almohadón que reposa sobre una alfombra de vivos colores y revestido con roquete blanco, mantelete encarnado y muceta morada abrochada con botones púrpura y forrada de armiño por la que asoma la cruz pectoral, Carreño Miranda nos transmite la pomposa solemnidad que rodeaba a los cardenales en la corte, pintándolo “en hábito”, es decir con el atuendo que usaban en las ceremonias de la capilla de palacio, ocasión en las que la etiqueta exigía ofrecerles silla y sitial.
Pese a que el número de cardenales vinculados a la Casa de Medinaceli es, naturalmente, muy restringido, no ha sido posible identificar el personaje aquí retratado. Tradicionalmente ha sido conocido como el “Cardenal Sandoval y Rojas”, posiblemente por el que en los inventarios aparece como procedente de la colección del duque de Lerma, identificación descartable por la ausencia de cualquier afinidad con los rostros de los cardenales de ese linaje, todos ellos conocidos por otros retratos. Se ha propuesto también a Pascual de Aragón, virrey de Nápoles y, en tanto que arzobispo de Toledo, miembro del consejo de regencia, pero se ha descartado por la ausencia de parecido con retratos de juventud. Por último, se ha sugerido que fuera el hermano del VIII conde de Santisteban, el patriarca Antonio de Benavides, cuya efigie ignoramos, identidad que casaría mal tanto con la cruz pectoral que porta que no es la patriarcal como con su ausencia en los inventarios conocidos de la colección de los duques de Santisteban.
Por otra parte, la inscripción que el cardenal sostiene entre los dedos se ha leído siempre como «Ib…Jua Carreño…«. Solamente el nombre del pintor, en la segunda línea, se correspondería con esta transcripción. En la primera, precedida por otra con una cruz, parece haber querido escribir «Yllmo» seguido de una expresión difícilmente legible.